domingo, 12 de mayo de 2024

¿BERGOGLIO RESCATANDO A BIDEN POR ENOJAR A NUEVA GUINEA?

Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
  
Francisco Bergoglio anunció un viaje repentino a Papúa Nueva Guinea, probablemente en respuesta a la absurda declaración del presidente estadounidense “Joe” Biden de que los caníbales neoguineanos se comieron a su tío Ambrose Finnegan.
La declaración desencadenó un alboroto diplomático.
Bergoglio también intentará encubrir los continuos crímenes de pedofilia de la Iglesia Conciliar en Nueva Guinea y alrededor del mundo.
   
No pudo haber sido una casualidad que apenas tres semanas después de que el presidente estadounidense Joseph Robinette “Joe” Biden inventara la historia de que su tío el aviador del Cuerpo Aéreo del Ejército, Tte. 2.º Ambrose Joseph “Bosie” Finnegan Jr. Blewitt (perdido en acción el 1 de Mayo de 1944), había sido devorado por caníbales de Nueva Guinea en la Segunda Guerra Mundial, Francisco Bergoglio anunciara un viaje pseueopapal a ese país, tal vez para salvar el pellejo de Biden. Biden había hecho la sorprendente declaración el 17 de Abril de 2024, durante un acto de campaña en Pittsburgh (Pensilvania). Incluso el Departamento de Defensa de Estados Unidos calificó de falsa la historia de Biden. Papúa Nueva Guinea estaba tan enfurecida que el país presentó una denuncia diplomática contra Biden ante las Naciones Unidas por difamación contra Nueva Guinea.
   
Bergoglio está organizando la gira publicitaria en Nueva Guinea del 6 al 9 de Septiembre de 2024. Bergoglio ama a su colega marxista/modernista y pro-abortista Biden, quien públicamente se llama a sí mismo un “católico devoto”, a pesar de que ha sido excomulgado por varios obispones por abiertamente apoyando y financiando la matanza de bebés hasta el momento del parto, e incluso un poco después [Parte de la información para este Comentario proviene de National Catholic Register].
   
Católicos tradicionales, por si acaso, Bergoglio programó una parada publicitaria con niños y niñas guineanos. Por supuesto, no hizo ninguna referencia al continuo Gran Holocausto Sexual y Malversación Conciliar, en el que niños y niñas de todo el mundo han sido violados, sodomizados y agredidos sexualmente de cualquier forma por los cardenales, obispones y presbíteros de Bergoglio. Nueva Guinea tiene un gran número de “niños de la calle” vulnerables a las depredaciones del “clero” neoiglesiano.

sábado, 11 de mayo de 2024

INICIA PROCESO DE “BEATIFICACION” DEL PSEUDOPROFETA GOBBI


En el Santuario del Santísimo Crucifijo de la Anunciación de Como (Italia), se dio el 1 de Mayo la sesión de apertura de la fase diocesana del proceso de beatificación de Don Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano y del Movimiento Mariano (fusionados tras una revisión de estatutos aprobada el pasado Febrero).

La sesión fue presidida por el cardenal Oscar Cantoni, obispón diocesano de Como, y contó con la presencia del obispón eméito de Áscoli Piceno Giovanni D’Ercole. Como postulador se designó al abogado de la Rota Romana Emilio Artiglieri, presidente del Comité Papa Pacelli-Asociación Pío XII y también postulador de la causa de sor María Consolata Betrone Nirino († 1946; en el siglo Pierina María), quien presentó un resumen biográfico del cual extraemos la siguiente información:

Stefano Gobbi nació el 22 de Marzo de 1930 en Dongo (provincia y diócesis de Como), el cuarto de los seis hijos de Gaspare Gobbi y Maria Benzonelli. Ingresó al convento franciscano de Rossano en 1946, profesando los votos perpetuos en 1952 con el nombre de Fray Narciso, pero abandonó la orden después que recibió el subdiaconado del cardenal Alfredo Ildefonso Schuster OSB el 13 de Mayo de 1954. Luego de ejercer varios empleos (entre esos administrador de seguros), ingresó a la Compañía de San Pablo fundada por Giovanni Rossi Andreani (secretario que fue del cardenal Carlo Ferrari), profesando los votos perpetuos el 11 de Octubre de 1964 (diez años antes, la Sagrada Congregación de Religiosos le dispensó de sus votos con los franciscanos), y siendo ordenado diácono el 25 de Octubre y sacerdote el 19 de Diciembre de 1964 por el cardenal Luigi Traglia Crollari en la Archibasílica de San Juan de Letrán, y doctorándose en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Ejerció como coadjutor en la parroquia romana de San Benito, y luego fue profesor en dos colegios de Milán, donde lo encontró el “Mayo del 68”, y fue enviado a dirigir peregrinaciones. Durante una peregrinación a Fátima el 8 de Mayo de 1972, afirmó comenzar a tener unas supuestas “locuciones interiores”, que fue consignando por escrito entre 1973 y 1997 e hizo publicar como “La Virgen habla a sus amados sacerdotes” (posteriormente le cambió el nombre por “A los sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen”). Con apoyo del sacerdote-presbítero Luigi Bianchi y el entonces obispo coadjutor de Como Teresio Ferraroni fundó en la parroquia del primero en Gera Lario el 13 de Octubre de 1972 la asociación de oración “Liga Sacerdotal Mariana”, a la que le cambió el nombre pocos meses después por “Movimiento Sacerdotal Mariano”, articulándola en “Cenáculos”, grupos de oración del movimiento. Tuvo estrecha amistad con Juan Pablo II Wojtyła, quien lo invitó a celebrar en su capilla privada del Palacio Apostólico y lo nombró “Párroco de todo el mundo”. Murió en el Policlínico Niguardia de Milán el 29 de Junio de 2011 a los 81 años, diez días después de sufrir un infarto cardíaco mientras predicaba un retiro en la vecina Collevalenza de Perusa.

Habiendo hablado el postulador, le toca al “abogado del diablo”, el Promotor de la Fe: Gobbi fue uno más de los agentes de apostasía del Vaticano II, valiéndose de sus supuestas “locuciones interiores” que sin embargo, han sido señalados por la Congregación para la Doctrina de la Fe ser simples meditaciones del propio Gobbi y no mensajes de la Virgen como él presentaba (y que, para más inri, ¡EDITABA CONSTANTEMENTE!, por lo tanto, era un FALSO PROFETA) para retener a los que se habían decepcionado del Concilio Ladrón, llegando en una de sus “locuciones interiores” a atacar las consagraciones episcopales de Écône en 1988 De hecho, el cambio del título de su libro fue producto de una carta del entonces secretario de la CDF Tarcisio Bertone SDB ordenándole en tal aspecto que lo hiciera.

Aparte, con respecto a la “locución” de Fátima, el postulador omite que el entonces obispo local Alberto Cosme do Amaral lo expulsó de su territorio con orden de no volver jamás. Tampoco se menciona la colaboración del presbítero Luigi “Gino” Burresi Artemisi, un falso estigmatizado que fue condenado por la CDF (dirigida por el cardenal William Levada) en Mayo de 2005 a llevar “vida de oración y penitencia” por las acusaciones de abuso sexual, profanación de la confesión, falso misticismo e instigación a la desobediencia. Gobbi lo mencionaba en la “locución” del 9 de Agosto de 1973, suprimiéndolo en ediciones posteriores a 1988 con una “X”. Mucho menos, que él respaldó las falsas apariciones de Garabandal y Međugorje, o los escritos de Vassula Rydén no obstante que sus ordinarios (Santander en España, Mostar-Duvno en Bosnia y Herzegovina, y –en el caso de Rydén– el Patriarcado de Constantinopla y la Iglesia Ortodoxa de Chipre) declararon que no constaba su sobrenaturalidad y que los mensajes son falsos. Pero sobre todo, sus locuciones interiores están plagadas de errores doctrinales, engaños, afirmaciones contrarias a la Iglesia, y apoyo a falsas profecías.

LÁGRIMAS DE COCODRILO ANTE EL NOVUS ORDO


«Vemos en algunos fieles cierta confusión en la liturgia», dijo el obispón Aurelio García Macías, subsecretario del Dicasterio para la Liturgia, durante una visita a la diócesis de Málaga (España), escribió InfoVaticana el 1 de Mayo.
   
El “mons.” García (“instalado” presbítero el 20 de Septiembre de 1992 por el arzobispón de Valladolid José Delicado Baeza, y obispón titular de Rotdon el 11 de Julio de 2021 por el cardenal Ricardo Blázquez Pérez) ha estado en su puesto actual desde el 27 de Mayo de 2021. Anteriormente trabajó para el cardenal Robert Sarah en el mismo dicasterio como jefe de oficina, después de haber sido consultor externo y rector del seminario vallisoletano (del cual egresan dos presbíteros por año).
   
Por «en algunos fieles» debe haberse referido a la abrumadora mayoría de los fieles, y por «cierta confusión» a la disolución en curso de la liturgia, que ya ni siquiera es protestante, sino abiertamente secularizada y pagana.
   
Él culpa a un «exceso de individualismo» que «impera en la sociedad de hoy en día» por el hecho de que «parece que cada uno puede decidir lo que le gusta en la liturgia». Es un viejo truco de los obispones culpar a la “sociedad” con la que querían congraciarse por sus propios errores.
   
«Frente al “yo”, el Papa nos está pidiendo el “nosotros” de la comunidad», insiste García, mientras que Francisco Bergoglio gobierna el Vaticano solo y sin rendir cuentas a nadie excepto a sus caprichos privados, como lo muestran los más de 60 motu próprios que ha promulgado, más que sus antecesores Wojtyła y Ratzinger juntos.
   
Aquí hay otra perla de sabiduría directamente de la boca de García: «La liturgia no la puedes crear tú, tú no eres el dueño de la liturgia, no te pertenece a ti, pertenece a la Iglesia y a una sabia tradición multisecular». La “tradición litúrgica” de la Iglesia Novus Ordo tiene exactamente 56 años (tres años menos que él mismo, nacido como fue el 28 de Marzo de 1965).
  
El “monseñor” García continúa lamentando que en el ámbito litúrgico «hay personas que sin formación ninguna y sin iniciación casi a la vida cristiana están tomando decisiones que no les competen». ¿Será que no sabe que el Novus Ordo lo crearon prelados de oficina que NUNCA atendieron una parroquia, con apoyo efectivo de seis ministros protestantes?
   
Según él, la solución a este problema radica «en la formación», en otras palabras, García confirma oficialmente que el Vaticano no hará nada contra la desintegración de la liturgia. Es sólo cuando se trata de suprimir el Rito Romano (el cual no sufre de los males del Novus Ordo) que el Vaticano es agresivo y proactivo.
   
El “monseñor” García también sabe por qué los jóvenes se aburren durante la Eucaristía del Novus Ordo: «estamos invitando a los jóvenes a que vayan a Misa sin entender absolutamente nada. Se aburren porque no comprenden nada, porque falta una iniciación a la liturgia». Hay otra explicación: tal vez entiendan demasiado, y sin necesidad de “iniciación” como si se tratase de una sociedad secreta conspirativa.
   
Es muy evidente que esta entrevista fue dada para silenciar los problemas y para halagar a Bergoglio. Y hace recordar la interpretación por su antecesor el cardenal Virgilio Noè († 2011) del montiniano “humo de satanás” como alusión a los que celebran mal. Curiosamente, Noè (que es mencionado en la “Lista Pecorelli” de prelados masones con fecha de iniciación 3 de Marzo de 1961, código 43652-21 y nombre clave “VINO”) fue el responsable de la demolición del altar de la Cátedra de San Pedro y su sustitución por un yunque gigante.

8 MILLONES DE DÓLARES CANADIENSES DESPERDICIADOS EN FOSAS INEXISTENTES

Noticia tomada de GLORIA NEWS.
   

El “Departamento de Relaciones entre la Corona y los Indígenas” de Canadá ha confirmado que ha gastado 7,9 millones de dólares canadienses [5’775.486,97 dólares estadounidenses / 5’353.876,42 euros] (!) para descubrir la “verdad desgarradora” de las “tumbas sin nombre” en la antigua escuela residencial católica para indios en Kamloops.
    
Lo que todos sabían desde el principio: No se encontró ni una sola “fosa común”, a pesar de una gigantesca tormenta de propaganda mediática de los oligarcas afirmando su existencia e incluso poniendo a Francisco Bergoglio de rodillas. Fue todo un engaño.
    
También es interesante: No se ha revelado públicamente cómo se utilizaron los fondos para encontrar las fosas comunes inexistentes, informó Western Standard el 9 de Mayo.
    
El anuncio del descubrimiento de 215 tumbas de niños [todos murieron durante un largo período de tiempo por causas naturales] en el sitio de la Escuela Residencial Kamloops en 2021 por las “Primeras Naciones”, una organización de relaciones públicas para los indios canadienses, causó una protesta internacional, incluida una “disculpa” de Bergoglio.
   
En realidad, la Iglesia hizo un trabajo heroico en condiciones muy difíciles para llevar educación y civilización a generaciones de canadienses a petición de su gobierno.
  

LAICIZADO “EXORCISTA” EN CHILE (Y ACUSAN AL ARZOBISPÓN DE COMPLICIDAD)


El presbítero Roberto Carlos Valderrama Bastidas (izquierda), de 46 años de edad, fue reducido al estado laical por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, luego de un proceso penal-administrativo canónico al ser acusado de tocamientos deshonestos contra su prima Scarlett Valderrama durante un “exorcismo” en la parroquia del Sagrario de la catedral de Concepción (Chile).
   
La decisión fue comunicada por el Arzobispado el 7 de Mayo, que dijo que había sido puesta en conocimiento de las víctimas de Valderrama Bastidas, a quien se le concedió un término de diez días para recurrir la sentencia.
   

“Instalado” presbítero el 12 de Diciembre de 2003, Valderrama Bastidas fue moderador de la Curia y canciller de la archidiócesis, y el 31 de Agosto de 2018 fue presentado como integrante del Consejo Archidiocesano para la Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas por el entonces arzobispón Fernando Natalio Chomalí Garib. «La Iglesia ha mantenido siempre la confiabilidad de estos casos», dijo Valderrama en su momento.
  
Tras salir a la luz pública la acusacion contra Valderrama Bastidas en 2021, otras víctimas también presentaron sus acusaciones contra el presbítero, iniciándose el proceso canónico que culminó con su culpabilidad en 2022, remitiéndose el caso a Doctrina de la Fe para imponer la respectiva pena. Durante ese tiempo, se le suspendió como canciller y como miembro del Consejo anteriormente señalado, pero siguió como párroco del Sagrario (mientras en otras investigaciones, se decreta suspensión de funciones parroquiales).
  
Varias de las víctimas acusan a Chomalí Garib (desde Diciembre de 2023, arzobispón de Santiago de Chile en remplazo de Celestino Aós Braco OFM Cap. –circunstancia en la que se escudó para no comentar del caso–) de ser cómplice de Roberto Carlos. Edgardo Valderrama, hermano de la víctima, aseguró que Chomalí sabía de los actos del presbítero, y nunca se dignó recibir a su familla. «Yo pedí muchas veces tener una audiencia con Fernando Chomalí y nunca me quiso atender, nunca. Scarlett no era la primera (víctima) entonces comenzamos a buscar y logramos dar con más víctimas de abusos sexuales y abuso de poder de parte de Roberto Valderrama», declaró.

Por su parte, Carol Crisosto, de la Red de Laicos de Concepción, dijo: «Valderrama era un hombre que gozaba de mucho poder, y ese poder se lo otorgó Fernando Chomalí. Este hombre abusó de su cargo (...) Los exorcismos son algo delicado y me parece que teníamos al demonio metido haciendo cosas dignas de un hombre no cristiano».

BEATO MATEO LÉ VĂN GẪM, MÁRTIR


El trabajo misionero, llevado a cabo desde el inicio del siglo XVI y consolidado con los primeros Vicariatos apostólicos del Norte (Đàng Ngoài, Tonkín) y del Sur (Đàng Trong, Cochinchina) en el 1659, ha tenido en el trascurso de los siglos un admirable desarrollo.
   
Desde los primeros años, la semilla de la Fe se ha mezclado, en el territorio vietnamita, con la abundante sangre de los Mártires, tanto del clero misionero como del clero local y del pueblo cristiano de Vietnam. Juntos han soportado las fatigas del trabajo apostólico, como si se hubiesen puesto de acuerdo, han afrontado incluso la muerte para dar testimonio de la verdad evangélica. La historia religiosa de la Iglesia vietnamita señala que han existido un total de 53 Edictos, firmados por los Señores Trịnh y Nguyễn o por los Reyes que, durante más de dos siglos, en total 261 años (1625-1886), han decretado contra los cristianos persecuciones una más cruel que la otra. Son alrededor de unas 130.000 las víctimas caídas por todo el territorio nacional.
   
A lo largo de los siglos, estos mártires de la Fe ha sido enterrados en forma anónima, pero su recuerdo permanece vivo en el espíritu de la comunidad católica. Desde el inicio del siglo XX, 117 de este gran grupo de héroes, martirizados cruelmente, han sido elegidos y elevados al honor de los altares por la Santa Sede en 4 Beatificaciones:
  • en el 1900, por el Papa León XIII, 64 personas
  • en el 1906, por el Papa San Pío X, 8 personas
  • en el 1909, por el Papa San Pío X, 20 personas
  • en el 1951, por el Papa Pío XII, 25 personas
clasificadas así:
  • 11 españoles: todos Dominicos: 6 Obispos, 5 Sacerdotes;
  • 10 franceses: todos de las Misiones Extranjeras de París: 2 Obispos, 8 Sacerdotes;
  • 96 vietnamitas: 37 Sacerdotes (11 de ellos dominicos) y 59 Cristianos (entre ellos: 1 seminarista, 16 catequistas, 10 terciarios dominicos y 1 mujer).
El Beato Mateo Lê Văn Gẫm, comerciante casado y con familia numerosa, con su junco (embarcación mercante) introducía misioneros europeos desde Singapur y Penang (Malasia). Hizo un primer viaje que salió bien, y pudo sin contratiempos introducir varios misioneros, pero en el segundo viaje, cuando estaba ya cerca de la costa, fue descubierto por un barco militar. Iban en el junco el vicario apostólico, Mons. Domingo Lefèbvre MEP (conocido localmente como Ngãi, había sido antes condenado a muerte, pero su pena fue conmutada al exilio), el sacerdote Pedro Ireneo Duclos Lộ (murió en prisión el 17 de Julio), un grupo de seminaristas, y llevaban objetos de culto. Era el 6 de junio de 1846.

Acusado de principal responsable como dueño y patrón del junco, fue arrestado y llevado a la cárcel de Troi-Ya-Ta. Fue sometido a interrogatorios y torturas para que apostatara pero el mártir permaneció firme. Se pidió la confirmación de la condena al emperador Thiệu Trị, y antes de que ésta llegara, los mismos mandarines que le habían condenado pidieron la suspensión. Pero, molesto el emperador por la incursión francesa en Turan (Đà Nẵng) ordenó su ejecución a menos que apostatara. Mateo fue decapitado el 11 de Mayo del año siguiente.
  
El Decreto sobre martirio de Mateo Lê Văn Gẫm y otros 49 sacerdotes y laicos de los Vicariatos Apostólicos de Guizhou (archidiócesis de Guiyang), Sichuán (diócesis de Chengdu), del Tonkín Occidental y Oriental (Archidiócesis de Hanói y Saigón), y de la Cochinchina (diócesis de Quy Nhơn) fue promulgado el 2 de Julio de 1899, y fueron beatificados el 27 de Mayo de 1900.

viernes, 10 de mayo de 2024

DEVOCIÓN DE LOS VIERNES A SAN FRANCISCO JAVIER


Tomado del libro “Novena al Glorioso San Francisco Javier, de la Compañía de Jesús, Apóstol de las Indias; y Devoción de los Viernes al mismo Glorioso Santo”, por el Padre Francisco García, de la misma Compañía, publicado en Madrid por la Imprenta de Gabriel Ramírez en  1748.
  
MODO
Los beneficios que en todas partes se han experimentado con hacer la devoción milagrosa de los viernes a San Francisco Javier, han sido tantos y tan frecuentes, que raro es el que los ha hecho con viva fe que no haya sentido el buen suceso de sus pretensiones; y así, donde se ha publicado, es indecible el concurso que hay a esta devoción. 

Por comunicar, pues, tan gran tesoro a todos, se dirá aquí el modo de hacerla. Se toman diez viernes, porque en este día (imitando a su Maestro, Cristo Señor Nuestro) murió este grande Apóstol, con sumo desamparo de todo alivio humano, en una isla desierta; y en reverencia de los diez años que duró su Apostólica Predicación en el Oriente, ganando para Dios tantos millares de almas, y obrando para crédito de su Fe tan prodigiosos milagros, que sólo de muertos resucitados se cuentan más de sesenta.

En estos viernes se ha de ayunar; y quien no pudiere, conmútelo en alguna penitencia, o limosna, a arbitrio de su confesor. Se ha de confesar y comulgar, después, visitando el Altar del Santo e hincadas las rodillas ante su imagen, se han de rezar diez Padrenuestros y diez Avemarías, con diez Gloria Patri; y luego, con la mayor confianza y devoción que se pudiere, se dirá la siguiente:

ORACIÓN
Glorioso San Francisco Javier, Apóstol de las Indias, poderoso en las obras y palabras; por vuestra gran piedad, que usáis con todos; y por aquel ardentísimo celo con que, por espacio de diez años, trabajasteis en el Oriente por la conversión de las Almas, os pido que intercedáis eficazmente a Dios por la conversión de los Gentiles y de todos los pecadores; que roguéis por las afligidas Ánimas del Purgatorio, y por la verdadera paz y prosperidad entre los cristianos, especialmente de vuestros Devotos; y que me alcancéis de nuestro Señor esta gracia y merced que yo os pido con el mayor afecto que puedo. Santo mío, pues os mostráis benigno y amoroso para con todos, sedlo también conmigo, aunque indigno pecador; concédeme el despacho de esta petición, para honra y gloria de Dios, y vuestra. Amén.

MODO DE HACER LA INTENCIÓN, QUE SE HA DE HACER EN CUALQUIERA DE LOS VIERNES
Para la mayor gloria del Omnipotente Dios, y en honor de nuestro Señor Jesucristo Crucificado, de la Beatísima Virgen, concebida sin pecado original, y de San Francisco Javier; y especialmente en memoria de los diez años, en los cuales este glorioso Apóstol de las Indias y del Japón, trabajó en la conversión de los gentiles, y en conmemoración de aquél Viernes, en que su bienaventurada alma fue llamada de su virginal cuerpo a las bodas del Cordero; y también de los Viernes, que por un año entero, que fue el último de la vida de San Francisco Javier, la Imagen de nuestro Salvador, pendiente de la Cruz, se vio sudar sangre en la casa de los Padres del Santo, empezaré (continuaré) en este día esta Decena en acción de gracias (para conseguir por la intercesión del mismo santo la gracia N.).
  
Recibe, oh San Francisco Javier, estas obras y ofreciéndolas al Altísimo, da junto conmigo las gracias, por los beneficios recibidos y ruega que use de todos los que me ha dado, no con otro fin y modo que el que sea para su mayor gloria, y salvación mía y de todos. Ruégote también, Santísimo Padre, que del modo que otros muchos han experimentado tu poderoso patrocinio, así también ruegues por mí para que yo consiga, lo que deseo en esta Decena. Lo cual ciertamente, como todos los demás deseos y súplicas mías, no pido que Dios las oiga de otra manera que como Dios ve que me han de aprovechar, porque no quiero que se haga mi voluntad, sino que se haga en mí y por mí la Suya; por lo cual, si es para mayor gloria Suya el no ser oído, consígueme únicamente la gracia que pueda en todas las cosas conocer su santísima voluntad y disposición y eficazmente de todos modos la cumpla. Amén.

Luego la conmemoración del Santo:
Antífona: Ven, siervo bueno y fiel, porque en lo poco fuiste fiel, sobre lo mucho te constituiré, entra en el gozo de tu Señor.
℣. El Señor conduce al justo por caminos rectos.
℟. Y le muestra el Reino de Dios.
   
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis querido unir a vuestra Iglesia los pueblos de la India mediante la predicación y los milagros del bienaventurado San Francisco Javier, concedednos, en vuestra misericordia, que imitemos las virtudes de aquél de quien hoy honramos los gloriosos méritos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

¿NOS SALVARÁN LAS MONJAS? DEL FILIÓQUE FALTANTE A LAS DROGAS PSICODÉLICAS

Traducción del artículo publicado por Domenico Savino para RADIO SPADA.
  

«¿Nos salvarán las tías mayores?», se preguntaba Leopoldo “Leo” Longanesi, fundador de Omnibus, a principios de los años cincuenta, arremetiendo contra Italia y la inconsistencia de su burguesía: «El prestigio de la burguesía está menguando; ahora, el sustantivo “burgués” tiene el papel de adjetivo despectivo» (p. 53).

El mundo estaba dividido, la guerra fría era “muy caliente”, pero no había política para mantener las trincheras contra el “peligro rojo”: «¿La derecha? ¡Pero en Italia ni siquiera queda una izquierda! Aquí no hay nada: ni derecha ni izquierda. Aquí vivimos el día a día, entre agua bendita y agua mineral».

Sólo quedaron ellas, las tías viejas, las «vestales de la orden clásica», las pequeñas maestras con diplomas, faldas largas y tacones bajos, convicciones sólidas, sentido del deber, fervor ético, celo religioso, cartilla, educación cívica y rosario.

Sobrio, sólido, silencioso.

Pero no fue suficiente.

Y no fueron las divisiones de Stalin las que ocuparon Italia, contra las cuales las viejas tías estaban dispuestas a sacrificarse en nombre de las buenas costumbres del pasado, sino un viento extraño que soplaba desde Occidente, al ritmo del swing de Ferdinando “Fred” Buscaglione, del boogie-woogie de Carson y los chansonniers franceses . En la gran pantalla estaba la irresistible belleza de Lucia Bosè para guiñar con su fría elegancia a los italianos, que ya habían perdido la inocencia con las piernas desnudas de Silvana Mangano en Arroz amargo y el asesinato de Ostia en el caso Montesi. Luego vino el Concilio, el boom económico y la “dolce vita”.

Y en realidad Italia no se salvó, arrasada por el huracán occidental, mientras las viejas tías seguían allí, alineadas para luchar contra “el peligro rojo” en el lado equivocado del frente, como por las tardes en Via Veneto, fue en las mesas de la burguesía donde el “rojo” se convirtió en el color de moda:
«La conversación –escribe Longanesi– se desarrolla como un rollo de papel higiénico aterciopelado, del que se arrancan las hojas con mano ligera: Marx, Hegel, Proust… Las damas huelen, huelen: el pensamiento también es olor; una idea tiene olor, al igual que tiene color… Rojo, rojo Marx; Rojo Proust, rojo menstruación, rojo sofá Café de París… Olor a Proust, a rojo turbio, mundano, que se descompone en el análisis de los pecados brumosos de la casa Swann» (pág. 63).
¿Decadencia de Occidente?
    
No, esto ya había sucedido décadas antes. Aquí nos encontrábamos con el último Occidente, abrumado por Oriente, por el yoga, por el budismo, por la meditación trascendental, por la nueva guerra del opio, que los servicios estadounidenses (la CIA en particular) estaban desatando ahora en el frente interno para controlar las masas.
    
De hecho, después de la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes estadounidenses se habrían quemado, buscando “en el camino” la manera de dar sentido a una existencia desesperada, calmada sólo por las drogas y el alcohol. Los “vagabundos del dharma” cayeron en una existencia narcotizada, que habría esterilizado cualquier ambición revolucionaria.
    
Fue la carne lo que perdió Occidente, no las divisiones de Stalin.
     
Y a la carne se le dio el nombre de amor: «¡Haced el amor, no hagáis la guerra!».
    
Los Paraísos eran gratuitos para todos y artificiales: «¡Soltad ácido, no bombas!», escribieron en sus carteles los pacifistas en las marchas por Vietnam.
  
Pero incluso antes de eso, cuando la generación beat nació en California, prepararon el “Verano del amor”, toda una temporada de excitación y confusión, de crimen y degradación, de búsqueda de su lugar en el mundo y de amor libre, como los “hijos de las flores”: «Si vas a San Francisco, asegúrate de llevar algunas flores en el pelo. Si vas a San Francisco, conocerás gente amable allí, Para aquellos que vienen a San Francisco, el verano será un amor allí…».
   
Uno de los creadores del evento, Allen Cohen, dijo: «Queríamos crear una celebración de la inocencia. No éramos culpables de utilizar sustancias ilegales. Estábamos celebrando la conciencia trascendental. La belleza del universo. La belleza del ser».

Las protestas en los campus unos años más tarde terminarían en grandes conciertos masivos, inundados de ríos de drogas. Cuando nació el Rock, Occidente ya estaba listo para arder…
    
…para quemarse.
    
La “Iglesia”, nueva y renovada por el Concilio, ya había caído en él y donde Occidente perdió su alma en el Oriente místico, la “Iglesia” perdió su Fe. Pero también en este caso el primer y más peligroso aliento había llegado de Oriente, muchos siglos antes, y precisamente del Oriente cristiano.
    
La cuestión central es la cuestión del “Filióque” y es: ¿el Espíritu Santo procede sólo del Padre (como dicen las Iglesias ortodoxas) o del Padre y del Hijo (como siempre ha profesado la Iglesia Católica)?
    
… «una cuestión intrascendente», dicen la mayoría, que o no entienden nada o son de mala fe. Y en cambio es una cuestión central: quítate el Filióque e irás a fumar porros y a copular libremente en el Verano del amor, darás la comunión a los divorciados vueltos a casar, el matrimonio homosexual, la gestación subrogada, el Tucho Fernández y la Fidúcia súpplicans. Pero sobre todo un “dios a la carta” y la Pachamama en lugar de la Virgen.
   
Años antes, el gran teólogo Romano Amerio en un artículo de título imposible (ver “La cuestión del Filioque, o la dislocación de la monotríada divina” en Romano Amerio, El Vaticano II y las variaciones en la Iglesia católica del siglo XX - FEDE & CULTURA, 2008) escribió:
«La celebración indiscreta que la Iglesia y la teología modernizada hacen del amor es una perversión del dogma trinitario, porque nuestra fe implica que en el principio está el Padre, el Padre genera al Hijo, que es el Verbo, y del Padre y del Hijo se genera el Espíritu Santo, que es amor (Concilio de Florencia, Bula Læténtur cœli et exsúltet terra). Por tanto, el amor es precedido por el Verbo, es decir, por el conocimiento, y el amor no puede convertirse en un “absoluto”. Al convertirlo en un “absoluto”, caemos en el error de los orientales, que no aceptan el Filióque de nuestro Credo».
Los orientales, es decir, los ortodoxos, que en realidad no sólo son cismáticos en este asunto, sino también herejes, dicen en cambio que el Espíritu Santo procede del Padre, pero no del Hijo. Para nosotros, los católicos, por el contrario, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo «por vía de inspiración y de amor». De hecho, el Amor procede del Conocimiento (Verbo o Logos) y no precede al Conocimiento.
   
Sin embargo, cuando se dice que el amor no procede del Conocimiento, se hace del amor un valor sin precedentes, mientras que en la Fe Católica hay un valor que precede al amor y es el Conocimiento, que es el Verbo, es decir, Cristo. Romano Amerio continúa: «Por tanto, la exaltación del amor en sí misma implica una distorsión del dogma trinitario y una perversión del amor mismo».
   
Detrás del rechazo de que el Espíritu proceda tanto del Padre como del Hijo no hay un teorema de teología abstracta, sino la idea de que el verdadero valor del hombre es el hacer, la acción, el dinamismo.
    
Si el amor es sólo amor y si el amor no tiene lógica, si el amor prescinde del Verbo (que es en cambio Conocimiento, verdad y orden de las cosas), entonces el amor es independiente de toda doctrina, religión, sexo, de modo que toda religión sería verdadera y por tanto nuestra Fe inútil.
    
Las teorías teológicas heréticas del difunto cardenal Martini, expresadas en sus entrevistas al “Sunday Times” y a Alain Elkann, revelan que la base de los errores es siempre la misma: «Nuestra religión –afirmó el cardenal sulfuroso– no está anclada en el Verbo, nuestra religión se basa en el amor».
   
Por ello el hereje Martini, mentor de Bergoglio, planteó una equivalencia entre todas las religiones, porque todas las religiones, todas las doctrinas y todas las herejías, son útiles para desarrollar y mantener el sentido religioso en el género humano. Pero si así fuera, el sentido religioso se encontraría igualmente en la Iglesia católica, en la confesión protestante, en el budismo y el Islam… y también en el “verano del amor” de las tertulias hippies: lo único que importa sería el sentido religioso, es decir, la tensión hacia Dios, quizás con la ayuda de un poco de “hierba santa”…
     
El hecho es que el ser más religioso de todos, es decir, Satán, tenía la mayor tensión hacia Dios, ¡una tensión tan radical hacia la divinidad que quería ser Dios! Y no sólo vivió esta tensión desquiciada, sino que se la sugirió a los Progenitores: «Seréis como dioses». Por lo tanto, cuando decimos –como lo hacen Martini y la neoteología herética– que nuestra religión esencialmente «es una tensión hacia Dios», estamos diciendo algo equivocado, estamos aceptando la sugerencia de Satanás, encaminada a aniquilar a Cristo, única Razón de cualquier tensión.
    
Afirmar la importancia en sí misma de esta tensión, de este dinamismo espiritual, afirmar como en la declaración de Abu Dabi que también en otras religiones existe esta tensión hacia la divinidad, que es la misma que nuestra religión y cualquier religión, significa afirmar que la verdadera fe es en todas las religiones, determinando así la aniquilación de la católica.
     
Es bueno subrayar –añade Amerio– que todos los totalitarismos, los nazis y los comunistas de ayer y –agrego– el totalitarismo liberal de hoy aún más estaban y están contra el Filióque: de hecho, todos comparten el mismo dinamismo y el mismo tecnicismo, característico de la modernidad y aún más de la posmodernidad.
   
Todos ellos repudian la naturaleza del hombre, que se fundamenta en la razón y se lee con razón. La acción, en estos sistemas totalitarios, no tiene otra ley que la presente en la acción misma y esto precisamente porque repudia el Filióque.
    
Dicen: el amor es una acción que no “pro-cede” de algo, sino que sólo “pre-cede” a todo. Ahora bien, si el amor “pro-cede” de algo, hay algo de lo que recibe Ley y Orden (amor en Dios), pero si “pre-cede” a todo, se ordena y se combina con todo y conforma (amor libre).
   
Contra la idea de que en el principio existe el Verbo, el Fausto de Goethe gritó: «¡No, no puede ser el Verbo! Sino: “¡En el Principio fue la Acción!”». Éste es el principio moderno del dinamismo, del impulso, del movimiento, de la filantropía, esta caridad desprovista de la razón a la que está ordenada.
    
Entonces el único amor es “hacer el amor”.
    
Y este es el pecado mortal de la “Iglesia” del Vaticano II.
    
La primacía del hacer sobre el saber, de la pastoral sobre la doctrina, de la acción sobre la contemplación, han transformado el catolicismo en un “totalitarismo católico”, en una pseudofe “fundamentada en sí misma”, en su propia autoconciencia determinada en una comunidad sinodal, conciliar: “hacer cosas juntos”.
   
La pseudo-iglesia resultante anuncia falsamente un amor universal, que precede al verdadero conocimiento de Dios y de Su Ley escrita en la Palabra. Se convierte, por tanto, en una pseudoiglesia autorreferencial, porque no procede del Conocimiento (y de la Doctrina, que no es casualidad que Bergoglio defina “insípida”), sino que procede de sí misma, de su propia autoconciencia eclesial. Como consecuencia de esto, el amor del que habla no es el amor de Dios y de Dios, sino el amor por el hombre y del hombre, un amor a sí mismo.
    
Este amor exclusivamente humano es, por tanto, un amor abs-solútus, es decir, libre del Logos de Dios, que se pretende inspirado directamente por el Espíritu (¡sin o contra la Palabra!). Pero para la verdadera Fe éste no puede ser el Espíritu Santo, porque en Dios no puede haber contradicción, ni Amor sin Orden.
   
Cuán pervertida y pérfida es la nueva doctrina se desprende de una declaración –citada por Amerio– de José María Pires, obispo de Paraiba en Brasil, fallecido en 2017: «La prostitución es una misión de amor. Entre los pobres es un servicio de caridad; y una monja, en determinadas circunstancias, debe preferirla a su misión religiosa».
   
Ahora bien, aparte del hecho de que Monseñor –si cree– puede dar ciertos consejos a su hermana (¡y luego veremos la reacción!), comprende tú mismo qué aberración hay en la idea –además coherente con la nueva teología posconciliar– que una monja debe prostituirse siempre que se prostituya por caridad, porque no hay nada que preceda al amor: el amor no tiene límites, no tiene vacilaciones; cualquier acción que se haga “con amor”, esa acción es buena y está inspirada por el Espíritu Santo (parece que es precisamente así como algunos eclesiásticos se acercaban a las monjas que les habían sido encomendadas…).
    
Era, por otra parte, la lógica de los teólogos holandeses que, en el período inmediatamente posterior al Concilio, es decir, en los años 1964-65 del siglo pasado, predicaban la bondad de la unión sodomita: «La sodomía no es un acto contra La naturaleza, no es un pecado muy grave que está entre los cuatro pecados que claman venganza ante Dios, no: la sodomía es uno de los nudos en los que se expresa el amor» y los holandeses llegan incluso a celebrar los matrimonios entre homosexuales. creando un rito propio para la Misa de estos “matrimonios", la Missa pro homophilis, que se puede leer en el boletín de la famosa Comisión para la reforma litúrgica.
     
¿Ves lo bergogliano que es el rechazo al Filióque?
    
¿Entiendes por qué Bergoglio pretende decir que discuten en la Trinidad?
   
Ahora bien, aparte del hecho de que la Santísima Trinidad no es la Curia Romana, ni la Casa Santa Marta, recordemos –como afirma Amerio– que 
«en la fe católica el Espíritu Santo siempre ha “procedido”: de hecho, en el Evangelio, es la Palabra que dice “Yo os enviaré el Espíritu Santo”. Y Cristo, es el Verbo, es la Segunda Persona que anuncia: “Os enviaré el Espíritu Santo, que os enseñará toda la verdad”. Y, después de la resurrección del Señor, los Apóstoles esperan al Espíritu Santo prometido por Cristo y que nació de Cristo. No es que el Espíritu Santo venga, proceda, del Padre por sí solo. No: el Espíritu Santo es enviado a la Iglesia por el Verbo»,
y no podría haber venido si no hubiera regresado al Padre.
   
Quien dice que “querer” no depende del “saber”, sino que es un valor en sí mismo, que la acción es válida en sí misma, que el amor no tiene regla, ni precepto ni precedencia, toca la parte más íntima de nuestra Fe: la finalidad del hombre, de hecho, según nuestro Catecismo, es «conocer y amar a Dios [en esta vida] para luego disfrutar de Él en la próxima, en el paraíso».
    
¿Pero cómo puedo amar a alguien que no conozco?
    
Por eso primero hay “conocer” y luego “amar”, ya que sólo así es posible comprender en qué consiste el disfrute de Dios: en una “intelección", en una visión; cuya visión es la única que sigue al acto de amor.
    
Amerio escribe:
«La caridad que tienen los bienaventurados en la bienaventuranza del Cielo es efecto de la visión y en ellos la caridad crece a medida que crece la visión. La caridad, el ardor de los bienaventurados, es proporcional a la visión intelectual, cognitiva. Esta visión luego crece a través de una luz sobrenatural, el lumen Gloriae. Por lo tanto, según la teología católica, especialmente en Santo Tomás, nuestra bienaventuranza es proporcional a nuestro conocimiento: Dios valida, en primer lugar, nuestro conocimiento y este conocimiento, así validado, enciende naturalmente. Esta doctrina clásica, en la teología católica, está bellamente expuesta por Dante en un canto del Paraíso, el XIV:
“Cuando la carne gloriosa y santa
Revestida sea, nuestra persona
Más feliz ser será por ser toda entera;
Porque crecerá lo que nos dona
De la gratuita luz el Bien sumo,
Luz que verlo a Él nos proporciona”
Es lo que los teólogos llaman la luz de la gloria: es una adición de conocimiento y poder cognitivo, por encima de la naturaleza. Pero luego se dice:
“Así pues que crezca la visión se debe,
Que crezca el ardor que arde de ella”.
Es decir: el ardor, la caridad, el amor, se ilumina según la visión. La visión de la esencia divina está condicionada por la luz de la gloria y cuanto más crece la luz de la gloria, más crece la visión y en consecuencia más crece la caridad».
Por eso quieren aniquilar las órdenes religiosas, sobre todo si son contemplativas. De hecho, ¡precisamente porque son contemplativas!
    
Las monjas de clausura hacen muchas cosas prácticas, trabajan desde la mañana hasta la noche, pero –separadas del mundo– esencialmente no “hacen”, rezan, contemplan.
    
Y contemplando, ven y, viendo, aman con verdadero Amor.
   
Satanás no puede soportar esto. Y con él muchos falsos eclesiásticos a cuestas. Por eso quieren deshacerse de ellos…
    
Pero “non prævalébunt”.
    
¡Nada más que las tías mayores, pobrecitas!
     
Las monjas, especialmente las de clausura, nos salvarán.

ARCHIDIÓCESIS DESAUTORIZA A SU ARZOBISPÓN

Noticia tomada de GLORIA NEWS. Comentario propio.
  

Gustavo García Siller M.Sp.S., de 67 años, arzobispón de origen mejicano de San Antonio (Tejas, EE.UU.), ha criticado la guerra israelí en Gaza en varios mensajes en Twitter el 7 de Mayo.
   
Instó a los «hermanos y hermanas judíos» a «dejar de matar palestinos. ¡ALTO!» [sin embargo, esta guerra no tiene nada que ver con los «hermanos y hermanas judíos», sino con un régimen de derecha al que muchos judíos se oponen].
   
Y añadió: «Los palestinos están muriendo. ¿Nos importa?».
    
    
Después de que el arzobispón fuera acusado de “antisemitismo”, su portavoz se distanció de los comentarios: «La cuenta de Twitter del arzobispo Gustavo García Siller M.Sp.S. es su cuenta personal; no es la cuenta oficial de la archidiócesis de San Antonio. El arzobispo Gustavo insta a rezar por la paz en Oriente Próximo», declaró Jordan McMorrough, director de comunicaciones de la archidiócesis de San Antonio, a The Pillar Catholic el 9 de Mayo.
    
El régimen israelí, que ocupa la Franja de Gaza desde 1967, ha matado al menos a 34.789 gazatíes, entre ellos 14.500 niños, desde octubre de 2023. Más de 78.204 personas han resultado heridas. Más de 8.000 están desaparecidas.
    
Más de la mitad de las viviendas de Gaza han sido destruidas o dañadas: el 80% de los edificios comerciales; el 73% de los edificios escolares; 12 de los 35 hospitales funcionan parcialmente. El 83% de los pozos de agua subterránea no funcionan. 267 lugares de culto, incluidas iglesias, han sido destruidos.
   
COMENTARIO: García Siller es de marcada tendencia progre, y de un manejo desafortunado de las redes sociales. En Agosto de 2019, en ocasión de los tiroteos en El Paso (Tejas), Gilroy (California) y Dayton (Ohio), acusó a Donald Trump de ser racista, teniendo horas después que disculparse y borrar sus publicaciones. 
   

En Noviembre de 2023, trinó que el gobierno no debería involucrarse en las decisiones de la gente sobre tener hijos, lo que generó críticas de que sus comentarios parecían parecerse a la retórica de los defensores del aborto, para lo que McMorrough tuvo que salir a su rescate, y él, borrar su trino.
   

Por visto, Twitter (y las demás redes sociales) representan un arma de doble filo para los prelados conciliares, como ocurrió con Richard Stika, Joseph Strickland, Gustavo García Siller y hasta para el mismo Bergoglio.

RUIDOS Y SHOWS EN FRIBURGO

Noticias tomadas de distintas fuentes.
  
1.º LAICO PRESIDE SERVICIO METALERO EN PARROQUIA (Fuente: GLORIA NEWS).
  

Mathias Fuchs, un asistente pastoral laico que se viste como un pseudo-sacerdote, presidió un “servicio de heavy metal” el 3 de Mayo en la Iglesia de San Martín en Bruchsal (Archidiócesis de Friburgo de Brisgovia, Alemania).
   

La archidiócesis apoyó el proyecto moral y financieramente. Friburgo es la arquidiócesis donde reside el arzobispón Georg Gänswein Gromann, quien fue expulsado de Roma.

Fuchs explicó en la cuenta de Facebook de la archidiócesis (que restringió los comentarios en la publicación) que su espectáculo «no era un concierto», sino un servicio religioso con música. Esto incluye cantar, aplaudir, bailar y “sacudir la cabeza”.
   

Según Fuchs, Dios está «donde hay ruido, donde las personas son felices, donde están juntas». El sonido de heavy metal fue proporcionado por la banda local “Metal GodZ” [¿una blasfemia?].
  
2.º FESTIVAL DE LUZ EN IGLESIA DE FRIBURGO (Artículo propio).
   

Para el triduo de Pentecostés (17-20 de Mayo), la archidiócesis de Friburgo de Brisgovia realizará por tercer año el Festival de Pentecostés en la iglesia de San Juan de esa ciudad, como anunció la archidiócesis en su sitio web.

El festival, según publicita la archidiócesis, tiene como objetivo «explorar de diversas maneras el espacio sonoro de la iglesia de San Juan en conciertos y servicios religiosos, explorando así la tensión entre las tradiciones espirituales y la música de vanguardia».
  
Así, el viernes 17 empieza con el concierto Lux Ætérna a las 21:30 h, dirigido por el artista de luz Laurenz Theinert (en la foto, su espectáculo “Tormenta de luz” en la iglesia luterana de la Santa Cruz de Essen) y el organista Dominik Susteck. Los servicios del sábado 18 (17:30 h) y del domingo 19 (19:00 h) contarán con música de Jeanne Demessieux, Marcel Dupré e Yves Castagnet. Finalmente, el lunes 20 tendrá lugar el concierto “Once the bellstops…” con Nicholas Reed y Max Riefer, del dueto de percusión Unquiet Thoughts.
  
Las emociones de los sentidos son pasajeras, y eso es lo que queda a la Iglesia Conciliar alemana.

SECUENCIA “Christo coelos ascendénte”, DE LA ASCENSIÓN


Secuencia de autor desconocido, para la fiesta de la Ascensión del Señor. De acuerdo a los jesuitas Guido Maria Dreves y Clemente Blume en su obra de 1909 Ein Jahrtausend Lateinischer Hymnendichtung (Un milenio de himnodia latina), vol. 2, págs. 148-149, afirman haberla hallado en dos misales manuscritos del siglo XV, uno en Londres y el otro en Darmstadt.

LATÍN
Christo cœlos ascendénte
Cum triúmpho tam ingénte,
Tam præclára glória,
Cor non valet cogitáre,
Quántum inde jubiláre
Débeat Ecclésia.

Visu probat, quod credébat,
Spes præséntat quod spendébat,
Patéscunt mystéria;
Victor mortis redit sursum,
Cujus ruit in occúrsum
Læta cœli cúria.

Príncipi triumphatóri
Canunt spiritáles chori
Cœ́lica præcónia;
Vox in altum elevátur,
Et per vocem invitétur
Mens ad festa tália.

Áuctor nostræ láudis, Christe,
Nostræ láudi sic assíste,
Ut de tua grátia
Túaque cleméntia.
  
Nostri gestus et afféctus
Sint et motus et proféctus
Ad supérna gáudia
Semper finis néscia.
Allelúja.

jueves, 9 de mayo de 2024

Y NO APRENDEN: OTRO “ENCUENTRO DE LA FRATERNIDAD”


El decadente Vaticano se ha asociado con la “Fundación Fratelli Tutti” para organizar el segundo “Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana” con el lema “#BeHuman” (Sé humano) los días 10 y 11 de Mayo.
   
Sabiendo que a nadie le interesa esto, el Vaticano convierte el evento en un concierto con la esperanza de atraer a la gente de esta manera. El cardenal Mauro Gambetti Ceroni OFM Conv., arcipreste de San Pedro, anunció el programa en una conferencia de prensa el 7 de Mayo. Según la Fundación Fratelli Tutti, este evento de 2024 sigue el supuesto «éxito del año pasado».
    
En realidad, esa primera reunión, que tuvo lugar en Junio de 2023, contó con el bailarín homosexual Roberto Bolle y fue un fracaso vergonzoso en términos de asistencia (imágenes).
   
Además del secretario de Estado vaticano Pietro Parolin Miotti (quien dará el discurso de la corona), los oradores en 2024 incluyen ganadores del manoseado Premio Nobel de la Paz (entre ellos la escritora y activista estadounidense Jody Williams, la guatemalteca Rigoberta Menchú Tum, la activista liberiana Leymah Roberta Gbowee, y algunos repitentes de la edición anterior como Mohamed Yunus, Tawakkul Karman, y María Ressa-Aycardo y Delfín), activistas políticos (el ruso Dmitri Andréievich Murátov o Taghi Rahmani –esposo de la activista iraní Narges Mohammadi actualmente en prisión–), el economista Jeffrey David Sachs Abrams, el director general de la Fiat Olivier François, el banquero Victor Ammer, el alcalde de Nueva York Eric Leroy Adams, el administrador de la NASA Clarence William “Bill” Nelson II, el exmariscal de campo de los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Bucaneros de Tampa Bay Thomas Edward Patrick “Tom” Brady Jr. (que recientemente tuvo que disculparse por los chistes que hicieron sobre su divorcio con Gisele Bündchen en un homenaje que le hicieron en Netflix) y el técnico de la Selección Italiana de Fútbol Luciano Spalletti, el ex primer ministro de Níger Ibrahim Yamaki, la princesa neerlandesa Mabel de Orange-Nasau y la ex primera dama de Mozambique y Sudáfrica Graça Simbine Machel Mandela. Francisco Bergoglio dirigirá un evento con niños en el nuevo Salón del Sínodo del Vaticano.
  
En el concierto de clausura en las escaleras de San Pedro el 11 de Mayo participarán el compositor italiano Giovanni Allevi, la actriz y presentadora de televisión italiana Eleonora Daniele, el cantante y compositor italiano Roberto Michele Massimo Vecchioni Picardi y el multimillonario, adúltero, propagandista homosexual y cantante de country Garth Brooks.

El evento es visto como una preparación para otro evento en septiembre de 2025, donde se establecerá un “Pacto de Fraternidad” mundial.

ENCÍCLICA “Divínum Illud munus”, SOBRE LA PRESENCIA Y ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

CARTA ENCÍCLICA “Divínum Illud munus” DEL SUMO PONTÍFICE LEÓN XIII, SOBRE LA PRESENCIA Y VIRTUD ADMIRABLE DEL ESPÍRITU SANTO
   


INTRODUCCIÓN
    
1. Aquella divina misión que, recibida del Padre en beneficio del género humano, tan santísimamente desempeñó Jesucristo, tiene como último fin hacer que los hombres lleguen a participar de una vida bienaventurada en la gloria eterna; y, como fin inmediato, que durante la vida mortal vivan la vida de la gracia divina, que al final se abre florida en la vida celestial.
    
Por ello, el Redentor mismo no cesa de invitar con suma dulzura a todos los hombres de toda nación y lengua para que vengan al seno de su Iglesia: Venid a mí todos; Yo soy la vida; Yo soy el buen pastor. Mas, según sus altísimos decretos, no quiso Él completar por sí sólo incesantemente en la tierra dicha misión, sino que, como Él mismo la había recibido del Padre, así la entregó al Espíritu Santo para que la llevara a perfecto término. Place, en efecto, recordar las consoladoras frases que Cristo, poco antes de abandonar el mundo, pronunció ante los apóstoles: «Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá vuestro abogado; en cambio, si me voy, os lo enviaré» (Jn 16, 7).
   
Y al decir así, dio como razón principal de su separación y de su vuelta al Padre el provecho que sus discípulos habían de recibir de la venida del Espíritu Santo; al mismo tiempo que mostraba cómo éste era igualmente enviado por Él y, por lo tanto, que de Él procedía como del Padre; y que como abogado, como consolador y como maestro concluiría la obra por El comenzada durante su vida mortal. La perfección de su obra redentora estaba providentísimamente reservada a la múltiple virtud de este Espíritu, que en la creación adornó los cielos (Job 26, 13) y llenó la tierra (Sab 1, 7).
    
2. Y Nos, que constantemente hemos procurado, con auxilio de Cristo Salvador, príncipe de los pastores y obispo de nuestras almas, imitar sus ejemplos, hemos continuado religiosamente su misma misión, encomendada a los apóstoles, principalmente a Pedro, cuya dignidad también se transmite a un heredero menos digno[1]. Guiados por esa intención, en todos los actos de nuestro pontificado a dos cosas principalmente hemos atendido y sin cesar atendemos. Primero, a restaurar la vida cristiana así en la sociedad pública como en la familiar, tanto en los gobernantes como en los pueblos; porque sólo de Cristo puede derivarse la vida para todos. Segundo, a fomentar la reconciliación con la Iglesia de los que, o en la fe o por la obediencia, están separados de ella; pues la verdadera voluntad del mismo Cristo es que haya sólo un rebaño bajo un solo Pastor. Y ahora, cuando nos sentimos cerca ya del fin de nuestra mortal carrera, place consagrar toda nuestra obra, cualquiera que ella haya sido, al Espíritu Santo, que es vida y amor, para que la fecunde y la madure. Para cumplir mejor y más eficazmente nuestro deseo, en vísperas de la solemnidad de Pentecostés, queremos hablaros de la admirable presencia y poder del mismo Espíritu; es decir, sobre la acción que Él ejerce en la Iglesia y en las almas merced al don de sus gracias y celestiales carismas. Resulte de ello, como es nuestro deseo ardiente, que en las almas se reavive y se vigorice la fe en el augusto misterio de la Trinidad, y especialmente crezca la devoción al divino Espíritu, a quien de mucho son deudores todos cuantos siguen el camino de la verdad y de la justicia; pues, como señaló San Basilio, toda la economía divina en torno al hombre, si fue realizada por nuestro Salvador y Dios, Jesucristo, ha sido llevada a cumplimiento por la gracia del Espíritu Santo[2].
   
EL MISTERIO DE LA TRINIDAD
   
3. Antes de entrar en materia será conveniente y útil tratar algo sobre el misterio de la sacrosanta Trinidad.
    
Este misterio, el más grande de todos los misterios, pues de todos es principio y fin, se llama por los doctores sagrados sustancia del Nuevo Testamento; para conocerlo y contemplarlo han sido creados en el cielo los ángeles y en la tierra los hombres; para enseñar con más claridad lo prefigurado en el Antiguo Testamento, Dios mismo descendió de los ángeles a los hombres: «Nadie vio jamás a Dios; el Hijo unigénito que está en el seno del Padre, El nos lo ha revelado» (Jn 1,18).
    
Así pues, quien escriba o hable sobre la Trinidad siempre deberá tener ante la vista lo que prudentemente amonesta el Angélico: «Cuando se habla de la Trinidad, conviene hacerlo con prudencia y humildad, pues —como dice Agustín— en ninguna otra materia intelectual es mayor o el trabajo o el peligro de equivocarse o el fruto una vez logrado»[3]. Peligro que procede de confundir entre sí, en la fe o en la piedad, a las divinas personas o de multiplicar su única naturaleza; pues la fe católica nos enseña a venerar un solo Dios en la Trinidad y la Trinidad en un solo Dios.
    
4. Por ello, nuestro predecesor Inocencio XII no accedió a la petición de quienes solicitaban una fiesta especial en honor del Padre. Si hay ciertos días festivos para celebrar cada uno de los misterios del Verbo Encarnado, no hay una fiesta propia para celebrar al Verbo tan sólo según su divina naturaleza; y aun la misma solemnidad de Pentecostés, ya tan antigua, no se refiere simplemente al Espíritu Santo por sí, sino que recuerda su venida o externa misión. Todo ello fue prudentemente establecido para evitar que nadie multiplicara la divina esencia, al distinguir las Personas. Más aún: la Iglesia, a fin de mantener en sus hijos la pureza de la fe, quiso instituir la fiesta de la Santísima Trinidad, que luego Juan XXII mandó celebrar en todas partes; permitió que se dedicasen a este misterio templos y altares y, después de celestial visión, aprobó una Orden religiosa para la redención de cautivos, en honor de la Santísima Trinidad, cuyo nombre la distinguía.
    
Conviene añadir que el culto tributado a los Santos y Ángeles, a la Virgen Madre de Dios y a Cristo, redunda todo y se termina en la Trinidad. En las preces consagradas a una de las tres divinas personas, también se hace mención de las otras; en las letanías, luego de invocar a cada una de las Personas separadamente, se termina por su invocación común; todos los salmos e himnos tienen la misma doxología al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; las bendiciones, los ritos, los sacramentos, o se hacen en nombre de la santa Trinidad, o les acompaña su intercesión. Todo lo cual ya lo había anunciado el Apóstol con aquella frase: «Porque de Dios, por Dios y en Dios son todas las cosas, a Dios sea la gloria eternamente» (Rm 11, 36); significando así la trinidad de las Personas y la unidad de naturaleza, pues por ser ésta una e idéntica en cada una de las Personas, procede que a cada una se tribute, como a uno y mismo Dios, igual gloria y coeterna majestad. Comentando aquellas palabras, dice San Agustín: «No se interprete confusamente lo que el Apóstol distingue, cuando dice “de Dios, por Dios, en Dios”; pues dice “de Dios”, por el Padre; “por Dios”, a causa del Hijo; “en Dios”, por relación al Espíritu Santo»[4].

Apropiaciones
5. Con gran propiedad, la Iglesia acostumbra atribuir al Padre las obras del poder; al Hijo, las de la sabiduría; al Espíritu Santo, las del amor. No porque todas las perfecciones y todas las obras ad extra no sean comunes a las tres divinas Personas, pues «indivisibles son las obras de la Trinidad, como indivisa es su esencia»[5], porque así como las tres Personas divinas son inseparables, así obran inseparablemente[6]; sino que por una cierta relación y como afinidad que existe entre las obras externas y el carácter «propio» de cada Persona, se atribuyen a una más bien que a las otras, o —como dicen— «se apropian». Así como de la semejanza del vestigio o imagen hallada en las criaturas nos servimos para manifestar las divinas Personas, así hacemos también con los atributos divinos; y la manifestación deducida de los atributos divinos se dice «apropiación»[7].
    
De esta manera, el Padre, que es principio de toda la Trinidad[8], es la causa eficiente de todas las cosas, de la Encarnación del Verbo y de la santificación de las almas: «de Dios son todas las cosas»; «de Dios», por relación al Padre; el Hijo, Verbo e Imagen de Dios, es la causa ejemplar por la que todas las cosas tienen forma y belleza, orden y armonía, él, que es camino, verdad, vida, ha reconciliado al hombre con Dios; «por Dios», por relación al Hijo; finalmente, el Espíritu Santo es la causa última de todas las cosas, puesto que, así como la voluntad y aun toda cosa descansa en su fin, así El, que es la bondad y el amor del Padre y del Hijo, da impulso fuerte y suave y como la última mano al misterioso trabajo de nuestra eterna salvación: «en Dios», por relación al Espíritu Santo.
    
El Espíritu Santo y Jesucristo
6. Precisados ya los actos de fe y de culto debidos a la augustísima Trinidad, todo lo cual nunca se inculcará bastante al pueblo cristiano, nuestro discurso se dirige ya a tratar del eficaz poder del Espíritu Santo. Ante todo, dirijamos una mirada a Cristo, fundador de la Iglesia y Redentor del género humano. Entre todas las obras de Dios ad extra, la más grande es, sin duda, el misterio de la Encarnación del Verbo; en él brilla de tal modo la luz de los divinos atributos, que ni es posible pensar nada superior ni puede haber nada más saludable para nosotros. Este gran prodigio, aun cuando se ha realizado por toda la Trinidad, sin embargo se atribuye como «propio» al Espíritu Santo, y así dice el Evangelio que la concepción de Jesús en el seno de la Virgen fue obra del Espíritu Santo (Mt 1, 18.20), y con razón, porque el Espíritu Santo es la caridad del Padre y del Hijo, y este gran misterio de la bondad divina (1 Tim 3, 16)), que es la Encarnación, fue debido al inmenso amor de Dios al hombre, como advierte San Juan: «Tanto amó Dios al mundo, que le dio su Hijo Unigénito» (Jn 3, 16). Añádase que por dicho acto la humana naturaleza fue levantada a la unión personal con el Verbo, no por mérito alguno, sino sólo por pura gracia, que es don propio del Espíritu Santo: El admirable modo, dice San Agustín, con que Cristo fue concebido por obra del Espíritu Santo, nos da a entender la bondad de Dios, puesto que la naturaleza humana, sin mérito alguno precedente, ya en el primer instante fue unida al Verbo de Dios en unidad tan perfecta de persona que uno mismo fuese a la vez Hijo de Dios e Hijo del hombre[9].
   
Por obra del Espíritu Divino tuvo lugar no solamente la concepción de Cristo, sino también la santificación de su alma, llamada unción en los Sagrados Libros (Hch 10, 38), y así es como toda acción suya se realizaba bajo el influjo del mismo Espíritu[10], que también cooperó de modo especial a su sacrificio, según la frase de San Pablo: «Cristo, por medio del Espíritu Santo, se ofreció como hostia inocente a Dios» (Heb 9,14). Después de todo esto, ya no extrañará que todos los carismas del Espíritu Santo inundasen el alma de Cristo. Puesto que en Él hubo una abundancia de gracia singularmente plena, en el modo más grande y con la mayor eficacia que tenerse puede; en él, todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, las gracias gratis datas, las virtudes, y plenamente todos los dones, ya anunciados en las profecías de Isaías (4, 1; 11, 2.3), ya simbolizados en aquella misteriosa paloma aparecida en el Jordán, cuando Cristo con su bautismo consagraba sus aguas para el nuevo Testamento.
   
Con razón nota San Agustín que Cristo no recibió el Espíritu Santo siendo ya de treinta años, sino que cuando fue bautizado estaba sin pecado y ya tenía el Espíritu Santo; entonces, es decir, en el bautismo, no hizo sino prefigurar a su cuerpo místico, es decir, a la Iglesia en la cual los bautizados reciben de modo peculiar el Espíritu Santo[11]. Y así la aparición sensible del Espíritu sobre Cristo y su acción invisible en su alma representaban la doble misión del Espíritu Santo, visible en la Iglesia, e invisible en el alma de los justos.

EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA

En los apóstoles, obispos y sacerdotes
7. La Iglesia, ya concebida y nacida del corazón mismo del segundo Adán en la Cruz, se manifestó a los hombres por vez primera de modo solemne en el celebérrimo día de Pentecostés con aquella admirable efusión, que había sido vaticinada por el profeta Joel (2, 28.29); y en aquel mismo día se iniciaba la acción del divino Paráclito en el místico cuerpo de Cristo, posándose sobre los apóstoles, como nuevas coronas espirituales, formadas con lenguas de fuego, sobre sus cabezas[12].
    
Y entonces los apóstoles descendieron del monte, como escribe el Crisóstomo, no ya llevando en sus manos como Moisés tablas de piedra, sino al Espíritu Santo en su alma, derramando el tesoro y fuente de verdades y de carismas[13]. Así, ciertamente se cumplía la última promesa de Cristo a sus apóstoles, la de enviarles el Espíritu Santo, para que con su inspiración completara y en cierto modo sellase el depósito de la revelación: «Aún tengo que deciros muchas cosas, mas no las entenderíais ahora; cuando viniere el Espíritu de verdad, os enseñará toda verdad» (Jn 16, 12.13). El Espíritu Santo, que es espíritu de verdad, pues procede del Padre, Verdad eterna, y del Hijo, Verdad sustancial, recibe de uno y otro, juntamente con la esencia, toda la verdad que luego comunica a la Iglesia, asistiéndola para que no yerre jamás, y fecundando los gérmenes de la revelación hasta que, en el momento oportuno, lleguen a madurez para la salud de los pueblos. Y como la Iglesia, que es medio de salvación, ha de durar hasta la consumación de los siglos, precisamente el Espíritu Santo la alimenta y acrecienta en su vida y en su virtud: «Yo rogaré al Padre y El os mandará el Espíritu de verdad, que se quedará siempre con vosotros» (Ibíd 14, 16.17). Pues por El son constituidos los obispos, que engendran no sólo hijos, sino también padres, esto es, sacerdotes, para guiarla y alimentarla con aquella misma sangre con que fue redimida por Cristo: «El Espíritu Santo ha puesto a los obispos para regir la Iglesia de Dios, que Cristo adquirió con su sangre» (Hch 20, 28); unos y otros, obispos y sacerdotes, por singular don del Espíritu tienen poder de perdonar los pecados, según Cristo dijo a sus apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo: a los que perdonareis los pecados, les serán perdonados, y a los que se los retuviereis, les serán retenidos» (Jn 20, 22.23).
     
En las almas
8. Nada confirma tan claramente la divinidad de la Iglesia como el glorioso esplendor de carismas que por todas partes la circundan, corona magnífica que ella recibe del Espíritu Santo. Baste, por último, saber que si Cristo es la cabeza de la Iglesia, el Espíritu Santo es su alma: «Lo que el alma es en nuestro cuerpo, es el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia»[14]. Si esto es así, no cabe imaginar ni esperar ya otra mayor y más abundante manifestación y aparición del Divino Espíritu, pues la Iglesia tiene ya la máxima, que ha de durarle hasta que, desde el estadio de la milicia terrenal, sea elevada triunfante al coro alegre de la sociedad celestial.
    
No menos admirable, aunque en verdad sea más difícil de entender, es la acción del Espíritu Santo en las almas, que se esconde a toda mirada sensible.
    
Y esta efusión del Espíritu es de abundancia tanta que el mismo Cristo, su donante, la asemejó a un río abundantísimo, como lo afirma San Juan: «Del seno de quien creyere en Mí, como dice la Escritura, brotarán fuentes de agua viva»; testimonio que glosó el mismo evangelista, diciendo: «Dijo esto del Espíritu Santo, que los que en El creyesen habían de recibir» (Jn 7, 38.39).
    
En el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento
9. Cierto es que aun en los mismos justos del Antiguo Testamento ya inhabitó el Espíritu Santo, según lo sabemos de los profetas, de Zacarías, del Bautista, de Simeón y de Ana; pues no fue en Pentecostés cuando el Espíritu Santo comenzó a inhabitar en los Santos por vez primera: en aquel día aumentó sus dones, mostrándose más rico y más abundante en su largueza[15]. También aquéllos eran hijos de Dios, mas aún permanecían en la condición de siervos, porque tampoco el hijo se diferencia del siervo, mientras está bajo tutela (Gál 4, 1.2); a más de que la justicia en ellos no era sino por los previstos méritos de Cristo, y la comunicación del Espíritu Santo hecha después de Cristo es mucho más copiosa, como la cosa pactada vence en valor a la prenda, y como la realidad excede en mucho a su figura. Y por ello así lo afirmó Juan: «Aún no había sido dado el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido glorificado» (Jn 7, 39). Inmediatamente que Cristo, ascendiendo a lo alto, hubo tomado posesión de su reino, conquistado con tanto trabajo, con divina munificencia abrió sus tesoros, repartiendo a los hombres los dones del Espíritu Santo (Ef 4, 8): «Y no es que antes no hubiese sido mandado el Espíritu Santo, sino que no había sido dado como lo fue después de la glorificación de Cristo»[16]. Y ello porque la naturaleza humana es esencialmente sierva de Dios: «La criatura es sierva, nosotros somos siervos de Dios según la naturaleza»[17]; más aún: por el primer pecado toda nuestra naturaleza cayó tan baja que se tornó enemiga de Dios: «Éramos por la naturaleza hijos de la ira» (Ef 2, 3). No había fuerza capaz de levantarnos de caída tan grande y rescatarnos de la eterna ruina. Pero Dios, que nos había creado, se movió a piedad; y por medio de su Unigénito restituyó al hombre a la noble altura de donde había caído, y aun le realzó con más abundante riqueza de dones. Ninguna lengua puede expresar esta labor de la divina gracia en las almas de los hombres, por la que son llamados, ya en las Sagradas Escrituras, ya en los escritos de los Padres de la Iglesia, regenerados, criaturas nuevas, participantes de la divina naturaleza, hijos de Dios, deificados, y así más aún. Ahora bien: beneficios tan grandes propiamente los debemos al Espíritu Santo.
  
El es el Espíritu de adopción de los hijos, en el cual clamamos: «Abba», «Padre»; inunda los corazones con la dulzura de su paternal amor: da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Rom 8, 15.16). Para declarar lo cual es muy oportuna aquella observación del Angélico, de que hay cierta semejanza entre las dos obras del Espíritu Santo; puesto que por la virtud del Espíritu Santo Cristo fue concebido en santidad para ser hijo natural de Dios, y los hombres son santificados para ser hijos adoptivos de Dios[18]. Y así, con mucha mayor nobleza aún que en el orden natural, la espiritual generación es fruto del Amor increado.
    
En los sacramentos
10. Esta regeneración y renovación comienza para cada uno en el bautismo, sacramento en el que, arrojado del alma el espíritu inmundo, desciende a ella por primera vez el Espíritu Santo, haciéndola semejante a sí: «Lo que nace del Espíritu es espíritu» (Jn 3, 7). Con más abundancia se nos da el mismo Espíritu en la confirmación, por la que se nos infunde fortaleza y constancia para vivir como cristianos: es el mismo Espíritu el que venció en los mártires y triunfó en las vírgenes sobre los halagos y peligros. Hemos dicho que «se nos da el mismo Espíritu»: «La caridad de Dios se difunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rom 5, 5). Y en verdad, no sólo nos llena con divinos dones, sino que es autor de los mismos, y aun El mismo es el don supremo porque, al proceder del mutuo amor del Padre y del Hijo, con razón es don del Dios altísimo. Para mejor entender la naturaleza y efectos de este don, conviene recordar cuanto, después de las Sagradas Escrituras, enseñaron los sagrados doctores, esto es, que Dios se halla presente a todas las cosas y que está en ellas: por potencia, en cuanto se hallan sujetas a su potestad; por presencia, en cuanto todas están abiertas y patentes a sus ojos; por esencia, porque en todas se halla como causa de su ser[19]. Mas en la criatura racional se encuentra Dios ya de otra manera; esto es, en cuanto es conocido y .amado, ya que según naturaleza es amar el bien, desearlo y buscarlo. Finalmente, Dios, por medio de su gracia, está en el alma del justo en forma más íntima e inefable, como en su templo; y de ello se sigue aquel mutuo amor por el que el alma está íntimamente presente a Dios, y está en él más de lo que pueda suceder entre los amigos más queridos, y goza de él con la más regalada dulzura.
    
En la inhabitación
11. Y esta admirable unión, que propiamente se llama inhabitación, y que sólo en la condición o estado, mas no en la esencia, se diferencia de la que constituye la felicidad en el cielo, aunque realmente se cumple por obra de toda la Trinidad, por la venida y morada de las tres divinas Personas en el alma amante de Dios, vendremos a él y haremos mansión junto a él (Jn 14, 23), se atribuye, sin embargo, como peculiar al Espíritu Santo. Y es cierto que hasta entre los impíos aparecen vestigios del poder y sabiduría divinos; mas de la caridad, que es como «nota» propia del Espíritu Santo, tan sólo el justo participa.
    
Añádase que a este Espíritu se le da el apelativo de Santo, también porque, siendo el primero y eterno Amor, nos mueve y excita a la santidad, que en resumen no es sino el amor a Dios. Y así, el Apóstol, cuando llama a los justos templos de Dios, nunca les llama expresamente templos «del Padre» o «del Hijo», sino «del Espíritu Santo»: «¿Ignoráis que vuestros miembros son templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, pues le habéis recibido de Dios?» (1 Cor 6, 19). A la inhabitación del Espíritu Santo en las almas justas sigue la abundancia de los dones celestiales. Así enseña Santo Tomás: «El Espíritu Santo, al proceder como Amor, procede en razón de don primero; por esto dice Agustín que, por medio de este don que es el Espíritu Santo, muchos otros dones se distribuyen a los miembros de Cristo[20]. Entre estos dones se hallan aquellos ocultos avisos e invitaciones que se hacen sentir en la mente y en el corazón por la moción del Espíritu Santo; de ellos depende el principio del buen camino, el progreso en él y la salvación eterna. Y puesto que estas voces e inspiraciones nos llegan muy ocultamente, con toda razón en las Sagradas Escrituras alguna vez se dicen semejantes al susurro del viento; y el Angélico Doctor sabiamente las compara con los movimientos del corazón, cuya virtud toda se halla oculta: «El corazón tiene una cierta influencia oculta, y por ello al corazón se compara el Espíritu Santo que invisiblemente vivifica a la Iglesia y la une»[21].
    
En los siete dones y en los frutos
12. Y el hombre justo, que ya vive la vida de la divina gracia y opera por congruentes virtudes, como el alma por sus potencias, tiene necesidad de aquellos siete dones que se llaman propios del Espíritu Santo. Gracias a éstos el alma se dispone y se fortalece para seguir más fácil y prontamente las divinas inspiraciones: es tanta la eficacia de estos dones, que la conducen a la cumbre de la santidad; y tanta su excelencia, que perseveran intactos, aunque más perfectos, en el reino celestial. Merced a esos dones, el Espíritu Santo nos mueve y realza a desear y conseguir las evangélicas bienaventuranzas, que son como flores abiertas en la primavera, cual indicio y presagio de la eterna bienaventuranza. Y muy regalados son, finalmente, los frutos enumerados por el Apóstol (Gál 5, 22) que el Espíritu Santo produce y comunica a los hombres justos, aun durante la vida mortal, llenos de toda dulzura y gozo, pues son del Espíritu Santo que en la Trinidad es el amor del Padre y del Hijo y que llena de infinita dulzura a las criaturas todas[22].
    
Y así el Divino Espíritu, que procede del Padre y del Hijo en la eterna luz de santidad como amor y como don, luego de haberse manifestado a través de imágenes en el Antiguo Testamento, derrama la abundancia de sus dones en Cristo y en su cuerpo místico, la Iglesia; y con su gracia y saludable presencia alza a los hombres de los caminos del mal, cambiándoles de terrenales y pecadores en criaturas espirituales y casi celestiales. Pues tantosy tan señalados son los beneficios recibidos de la bondad del Espíritu Santo, la gratitud nos obliga a volvernos a Él, llenos de amor y devoción.
    
EXHORTACIONES
   
Foméntese el conocimiento y amor del Espíritu Santo
13. Seguramente harán esto muy bien y perfectamente los hombres cristianos si cada día se empeñaren más en conocerle, amarle y suplicarle; a ese fin tiende esta exhortación dirigida a los mismos, tal como surge espontánea de nuestro paternal ánimo.
   
Acaso no falten en nuestros días algunos que, de ser interrogados como en otro tiempo lo fueron algunos por San Pablo «si habían recibido el Espíritu Santo», contestarían a su vez: «Nosotros, ni siquiera hemos oído si existe el Espíritu Santo» (Hch 19, 2). Que si a tanto no llega la ignorancia, en una gran parte de ellos es muy escaso su conocimiento sobre Él; tal vez hasta con frecuencia tienen su nombre en los labios, mientras su fe está llena de crasas tinieblas. Recuerden, pues, los predicadores y párrocos que les pertenece enseñar con diligencia y claramente al pueblo la doctrina católica sobre el Espíritu Santo, mas evitando las cuestiones arduas y sutiles y huyendo de la necia curiosidad que presume indagar los secretos todos de Dios. Cuiden recordar y explicar claramente los muchos y grandes beneficios que del Divino Dador nos vienen constantemente, de forma que sobre cosas tan altas desaparezca el error y la ignorancia, impropios de los hijos de la luz. Insistimos en esto no sólo por tratarse de un misterio, que directamente nos prepara para la vida eterna y que, por ello, es necesario creer firme y expresamente, sino también porque, cuanto más clara y plenamente se conoce el bien, más intensamente se le quiere y se le ama. Esto es lo que ahora queremos recomendaros: Debemos amar al Espíritu Santo, porque es Dios: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fortaleza (Deut 6, 5). Y ha de ser amado, porque es el Amor sustancial eterno y primero, y no hay cosa más amable que el amor; y luego tanto más le debemos amar cuanto que nos ha llenado de inmensos beneficios que, si atestiguan la benevolencia del donante, exigen la gratitud del alma que los recibe. Amor este que tiene una doble utilidad, ciertamente no pequeña. Primeramente nos obliga a tener en esta vida un conocimiento cada día más claro del Espíritu Santo: El que ama, dice Santo Tomás, no se contenta con un conocimiento superficial del amado, sino que se esfuerza por conocer cada una de las cosas que le pertenecen intrínsecamente, y así entra en su interior, como del Espíritu Santo, que es amor de Dios, se dice que examina hasta lo profundo de Dios[23]. En segundo lugar, que será mayor aún la abundancia de sus celestiales dones, pues como la frialdad hace cerrarse la mano del donante, el agradecimiento la hace ensancharse. Y cuídese bien de que dicho amor no se limite a áridas disquisiciones o a externos actos religiosos; porque debe ser operante, huyendo del pecado, que es especial ofensa contra el Espíritu Santo. Cuanto somos y tenemos, todo es don de la divina bondad que corresponde como propia al Espíritu Santo; luego el pecador le ofende al mismo tiempo que recibe sus beneficios, y abusa de sus dones para ofenderle, al mismo tiempo que, porque es bueno, se alza contra Él multiplicando incesantes sus culpas.

No le entristezcamos
14. Añádase, además, que, pues el «Espíritu Santo es espíritu de verdad, si alguno falta por debilidad o ignorancia, tal vez tenga alguna excusa ante el tribunal de Dios; mas el que por malicia se opone a la verdad o la rehúye, comete gravísimo pecado contra el Espíritu Santo. Pecado tan frecuente en nuestra época que parecen llegados los tristes tiempos descritos por San Pablo, en los cuales, obcecados los hombres por justo juicio de Dios, reputan como verdaderas las cosas falsas, y al príncipe de este mundo, que es mentiroso y padre de la mentira, le creen como a maestro de la verdad: Dios les enviará espíritu de error para que crean a la mentira (2 Tes 2, 10): en los últimos tiempos se separarán algunos de la fe, para creer en los espíritus del error y en las doctrinas de los demonios (1 Tim 4, 1): Y por cuanto el Espíritu Santo, según antes hemos dicho, habita en nosotros como en su templo, repitamos con el Apóstol: «No queráis contristar al Espíritu Santo de Dios, que os ha consagrado» (Ef 4, 30). Para ello no basta huir de todo lo que es inmundo, sino que el hombre cristiano debe resplandecer en toda virtud, especialmente en pureza y santidad, para no desagradar a huésped tan grande, puesto que la pureza y la santidad son las propias del templo. Por ello exclama el mismo Apóstol: «Pero ¿es que no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno osare profanar el templo de Dios, será maldito de Dios, pues el templo debe ser santo y vosotros sois este templo» (1 Cor 3, 16.17); amenaza tremenda, pero justísima.
    
Pidamos el Espíritu Santo
15. Por último, conviene rogar y pedir al Espíritu Santo, cuyo auxilio y protección todos necesitamos en extremo. Somos pobres, débiles, atribulados, inclinados al mal: luego recurramos a Él, fuente inexhausta de luz, de consuelo y de gracia. Sobre todo, debemos pedirle perdón de los pecados, que tan necesario nos es, puesto que es el Espíritu Santo don del Padre y del Hijo, y los pecadores son perdonados por medio del Espíritu Santo como por don de Dios[24], lo cual se proclama expresamente en la liturgia cuando al Espíritu Santo le llama remisión de todos los pecados[25].
    
Cuál sea la manera conveniente para invocarle, aprendámoslo de la Iglesia, que suplicante se vuelve al mismo Espíritu Santo y lo llama con los nombres más dulces de padre de los pobres, dador de los dones, luz de los corazones, consolador benéfico, huésped del alma, aura de refrigerio; y le suplica encarecidamente que limpie, sane y riegue nuestras mentes y nuestros corazones, y que conceda a todos los que en Él confiamos el premio de la virtud, el feliz final de la vida presente, el perenne gozo en la futura. Ni cabe pensar que estas plegarias no sean escuchadas por aquel de quien leemos que ruega por nosotros con gemidos inefables (Rom 8, 26). En resumen, debemos suplicarle con confianza y constancia para que diariamente nos ilustre más y más con su luz y nos inflame con su caridad, disponiéndonos así por la fe y por el amor a que trabajemos con denuedo por adquirir los premios eternos, puesto que Él es la prenda de nuestra heredad (Ef 1, 14).
  
Novena del Espíritu Santo
16. Ved, venerables hermanos, los avisos y exhortaciones nuestras sobre la devoción al Espíritu Santo, y no dudamos que por virtud principalmente de vuestro trabajo y solicitud, se han de producir saludables frutos en el pueblo cristiano. Cierto que jamás faltará nuestra obra en cosa de tan gran importancia; más aún, tenemos la intención de fomentar ese tan hermoso sentimiento de piedad por aquellos modos que juzgaremos más convenientes a tal fin. Entre tanto, puesto que Nos, hace ahora dos años, por medio del breve Próvida Matris, recomendamos a los católicos para la solemnidad de Pentecostés algunas especiales oraciones a fin de suplicar por el cumplimiento de la unidad cristiana, nos place ahora añadir aquí algo más. Decretamos, por lo tanto, y mandamos que en todo el mundo católico en este año, y siempre en lo por venir, a la fiesta de Pentecostés preceda la novena en todas las iglesias parroquiales y también aun en los demás templos y oratorios, a juicio de los Ordinarios.
   
Concedemos la indulgencia de siete años y otras tantas cuarentenas por cada día a todos los que asistieren a la novena y oraren según nuestra intención, además de la indulgencia plenaria en un día de la novena, o en la fiesta de Pentecostés y aun dentro de la octava, siempre que confesados y comulgados oraren según nuestra intención. Queremos igualmente también que gocen de tales beneficios todos aquellos que, legítimamente impedidos, no puedan asistir a dichos cultos públicos, y ello aun en los lugares donde no pudieren celebrarse cómodamente —a juicio del Ordinario— en el templo, con tal que privadamente hagan la novena y cumplan las demás obras y condiciones prescritas. Y nos place añadir del tesoro de la Iglesia que puedan lucrar nuevamente una y otra indulgencia todos los que en privado o en público renueven según su propia devoción algunas oraciones al Espíritu Santo cada día de la octava de Pentecostés hasta la fiesta inclusive de la Santísima Trinidad, siempre que cumplan las demás condiciones arriba indicadas. Todas estas indulgencias son aplicables también aun a las benditas almas del Purgatorio.

El Espíritu Santo y la Virgen María
17. Y ahora nuestro pensamiento se vuelve adonde comenzó, a fin de lograr del divino Espíritu, con incesantes oraciones su cumplimiento. Unid, pues, venerables hermanos, a nuestras oraciones también las vuestras, así como las de todos los fieles, interponiendo la poderosa y eficaz mediación de la Santísima Virgen. Bien sabéis cuán íntimas e inefables relaciones existen entre ella y el Espíritu Santo, pues que es su Esposa inmaculada. La Virgen cooperó con su oración muchísimo así al misterio de la Encarnación como a la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Que Ella continúe, pues, realzando con su patrocinio nuestras comunes oraciones, para que en medio de las afligidas naciones se renueven los divinos prodigios del Espíritu Santo, celebrados ya por el profeta David: «Manda tu Espíritu y serán creados, y renovarás la faz de la tierra» (Sal 103, 30).

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 9 de mayo del año 1897, vigésimo de nuestro pontificado. LEÓN PP. XIII.
   
NOTAS
[1] San León Magno, Sermón 2.º en el aniversario de su ascensión al Solio petrino.
[2] Sobre el Espíritu Santo 16,39.
[3] I q.31 a.2; Sobre la Santísima Trinidad 1,3.
[4] Sobre la Santísima Trinidad, 6,10; 1,6.
[5] San Agustín, Sobre la Santísima Trinidad, 1,4 y 5.
[6] San Agustín, ibíd.
[7] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte I, cuestión 39, art. 7.
[8] San Agustín, Sobre la Santísima Trinidad 4,20.
[9] Enquiridión 30. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte II, cuestión 32, art. 1.
[10] San Basilio, Sobre el Espíritu Santo 16.
[11] Sobre la Santísima Trinidad 15,26.
[12] San Cirilo de Jerusalén, Catequesis Mistagógica 17.
[13] Homilía 1.ª sobre San Mateo; 2.ª Cor. 3,3.
[14] San Agustín, Sermón 187 del temporal.
[15] San León Magno, Homilía 3.ª de Pentecostés.
[16] San Agustín, Sobre la Santísima Trinidad 1,4, cap. 20.
[17] San Cirilo de Alejandría, Tesauro contra los herejes 1,5, cap. 5.
[18] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte III, cuestión 32, art. 1.
[19] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte I, cuestión 8, art. 3.
[20] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte I, cuestión 38, art. 2. San Agustín, Sobre la Santísima Trinidad 15,19.
[21] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte II, cuestión 8, art. 1.
[22] San Agustín, Sobre la Santísima Trinidad 5,9.
[23] 1 Cor 2,10; Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte I-IIæ, cuestión 28, art. 2.
[24]. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte III, cuestión 3, art. 8, respuesta a la objeción 3.ª.
[25] En el Misal Romano, Martes infraoctava de Pentecostés.