miércoles, 5 de octubre de 2011

¿NOVUS ORDO MISSAE EN LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA?

Al revisar la lista de blogs que tenemos en MILES CHRISTI encontramos que en AMOR DE LA VERDAD reproducen un artículo donde se plantea que el Novus Ordo Missæ (o la "misa" de la secta del Vaticano II) pudo tener como precedente las "Misas Nuevas" que oficiaban los sacerdotes apóstatas en la España roja (la que existió desde 1931 hasta 1939). Por esto, reproducimos el artículo en cuestión y los comentarios que en AMOR DE LA VERDAD se han dado. (Añadiendo imágenes con el fin de ilustrar algunos lugares del texto)
   
LA MISA BANDERIZA EN EL BILBAO DE AGUIRRE E IRUJO. ®
Por Pedro Rizo
   
Este artículo trata de las misas adúlteras oficiadas en el Bilbao de 1936 a 1937. Está emparentado con otros varios ya publicados que prueban que la misa nueva, la que hoy se tiene por Rito Ordinario, no sólo “se aleja impresionantemente de la teología católica sobre el Santo Sacrificio de la misa” (Cfr. Cardenales Bacci Ottaviani) sino que es vehículo subliminal de una ideología ajena al orden católico, a más de agazapada enemiga de la Iglesia. Que si bien en su texto en latín conservan el dogma eucarístico, en lengua vernácula se contradicen y prostituyen “por traductores audaces” (Cfr. Cardenal Ratzinger, Informe sobre la fe) que las dejan como ostras a las que han quitado la perla.

¿Será que la Misa del Novus Ordo tuvo origen antes de 1969?

Justamente la investigación de la que aquí se habla me enganchó corriendo el año 1987. En un pueblito cercano a Laredo encontré que entre los nombres de unas esquelas de defunción se incluia uno para mí muy apreciado. Trabé amistad con alguien que resultó ajeno a la relación supuesta pero que era hermana de un sacerdote de aquellos años que ahora me interesan. Es curioso. No recuerdo cómo llegamos a hablar de este asunto pero lo que importa es que su hermano, fallecido años atrás, fue testigo directo de las “misas experimentales” del Bilbao republicano. Un buen sacerdote que por lo que su hermana me aseguró no volvió a decir misa pública porque de “la suya” se lo prohibieron. Y se fue de este mundo “por la tristeza” de ver reeditadas por Roma, corregidas y aumentadas, “aquellas malas misas de la Guerra”.

No encontraba testimonio escrito que pudiera sumarse al oral citado y prácticamente lo abandoné. Pero siempre pensé que no podía ser mentira lo que me había contado aquella buena hermana de un cura de pueblo. La búsqueda es realmente difícil porque, como me han informado, probablemente nada se registrase en la diócesis vasca acerca de cuáles sacerdotes actuaron saltándose rúbricas y cánones. Los jesuitas en aquello años estaban exiliados en Bélgica o Alemania de modo que los que hoy por edad algo podrían saber “nada saben”. Cierto es que, como uno me dijo, incluso si las misas aquellas se hubieran registrado no sería de extrañar que todo se volatilizara. Recordemos del asalto al Congreso, el 23 de febrero de 1981, que un periódico de Castilla informó cómo, ante la incertidumbre política generada, en menos de 24 horas se tiraron al Cantábrico cientos de cajones con documentos y listados comprometedores.

Esto puede explicar que a día de hoy no haya encontrado un solo documento directo, ni exista de ello la menor noticia para los especialistas consultados por amigos deseosos de ayudarme. Hasta que, miren qué casualidad, buscando otros temas en la hemeroteca de ABC, de entre uno de sus ‘fardos’ electrónicos surgió un reportaje, muy revelador para este caso, firmado en junio de 1937 por José María Pemán. Una crónica que revela a la Misa Nueva como bandera revolucionaria que no se quiere arriar. La de ayer y la de hoy –inventada por uno de sus cmaradas– a la que sus defensores pretenden blindar transfiriendo esta condición espuria a la eterna, genuina y nunca prohibida codificada por San Pío V.

Cuando Bilbao era tomada por el Ejército Nacional, el 19 de junio de 1937, ya sin demora se preparaba un gran acto religioso de acción de gracias, con misa, a celebrar el lunes siguiente, día 21. El diario ABC, de Sevilla –el editado en Madrid servía al Gobierno del Doctor Negrín–, había enviado a su reportero que por suerte encontró una habitación en el Hotel Torróntegui desde cuyo balcón contemplaría el solemne acto.

Con el retorno de Bilbao a la España legítima (Católica y libre), el 19 de Junio de 1937, el Santo Sacrificio de la Misa resurgió en esa ciudad

Resulta que la crónica que envió Pemán guarda sorpresas superlativas. Bien cargadas de significado para quien no tema desentrañarlas. El reportaje no disimula la alegria exaltada de la liberación de la capital de Vizcaya a la vez que es muy informativo en sus protestas dedicadas a las misas violadas que aquí se destacan.
   
Empieza diciendo que seguido a cada victoria se daba gracias a Dios por la liberación, o la ocupación; dicho sea así para todos los gustos. Pero siempre subrayando que adonde llegaba el ejército nacional, o rebelde, enseguida se restituía la Iglesia antes perseguida. Persecución que en Bilbao fue más sibilina por el ferviente catolicismo del pueblo vasco.

Lean, pues, lo que el enviado de ABC nos dice:
«Me dispongo a oír la misa desde mi balcón, cuando pasa por detrás de mí una camarera del hotel, a la que le oigo este expresivo comentario: “Por fin hoy vamos a tener “una misa de verdad”».
Que diga “una misa de verdad” supone otras misas que no eran “de verdad”. Por tanto, manipuladas. ¿Qué manipulaciones serían esas? Pemán no dice gran cosa pero las califica. Y con un énfasis que sería ridículo, absurdo de no basarse en realidades conocidas:
«Aquella camarera no podía sentir como otros pueblos, al conquistarse, la emoción de la primera misa después de los meses de persecución roja. Aquella mujer sentía más complicada y acaso más melancólicamente la emoción de aquella misa que ella llamaba magníficamente “de verdad” después de meses de infernal contubernio, de satánica mescolanza sacrílega, de misas cotizadas en el mercado de las hipocresías internacionales [¿Ya, entonces?] y de las credulidades humanas.»

Para el lector con ojos de ver puede que estos hechos le descubran qué clase de charranes se apoderó de la Iglesia veintiún años más tarde a través de cónclaves inducidos como, por ejemplo, el que eligió a Juan XXIII (2) llevándonos, cuando su muñidor le sustituyó, a una “autodemolición” que hoy apenas saben cubrir las siembras en pedregales multitudinarios (Lc 8, 5 y ss).

Para ver el documento original haga clic aquí.
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(1) Los papas sin formación específica fueron numerosos pero de ellos muy pocos sin garantía de fe apostólica, pues que ya la traían demostrada de sus biografías pastorales. Como es sabido, los seminarios aparecieron para asegurar la formación de los futuros sacerdotes y su adhesión a la tradición y al Pescador de Galilea. Estas escuelas se reforzaron desde el Concilio de Trento hasta por lo menos el Vaticano I, de Pío IX. Curioso es que de los papas contemporáneos solamente éste, Pío IX, Pablo VI carecieron de tal instrucción y su único “seminario” fue la casa paterna (‘o materna’).

(2) “… el elemento determinante a favor del cardenal Roncalli estaba constituido por una inteligencia de principio de la Sacretaría de Estado del Vaticano.” (Cfr. B. Bentura Remacha“S.S. Juan XXIII”, Ed. Pandora, Madrid, p. 113)
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Notas.-

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Comentario (En RELIGIÓN DIGITAL) por Fray Eusebio de Lugo O.S.H. 26.09.11 | 14:33 Muy interesante, la posibilidad de que ya en los años´30 estuvieran experimentando la Misa nueva en España, posiblemente los mismos que fundarían ETA en el seminario de Derio en los´50.
Me recuerda lo que escribe el P.Dominico polaco Ceslas Rzewuski en sus memorias. Atraído por la fama de la abadía benedictina alemana de María Laach, se hospedó durante unos días entre 1933 y 1939, admirando por una parte el buen orden y el esplendor y belleza del culto que se celebraba en la Iglesia superior. Un día se despistó y acabó entrando en la cripta, donde sorprendió a un grupo de sacerdotes presidido por Dom. Odo Casel (Sí, el mismo de la teoría de los misterios), celebrando una especie de Misa versus populum, muy parecida a lo que sería la Misa de Pablo VI.
No nos extrañará que el Taizé de los años ´50 ya utilizara una Misa ecuménica en folleto impreso, en casi todo idéntica a la actual sinaxis de Pablo VI.
Que les pregunten a los monjes de Monsterrat
Comentario (En RELIGIÓN DIGITAL) por Pinténs 26.09.11 | 16:10 El primer Presidente de Euskadi, José Antonio Aguirre Lecube, ¿Era o fué masón?. Si es cierto que era, nada podrá sorprender las misas de “creyentes masonistas” . Y tantas vueltas y revueltas anglicanistas-vaticanistas del personaje y sus adherentes. ¿En una amplísima tienda de nombre CASA NERECÁN dedicada a objetos de escritorio, desaparecida hace pocos años, ubicada en la Avenida de la Libertad de San Sebastián, por los años 30 del pasado siglo y antes de la Guerra de 1936, estuvieron expuestos los símbolos e insignias de su condición y grado masónico?.En el museo-santuario laico bilbaino del PNV dedicado a Sabino Arana con seguridad estarán los artículos expuestos entonces que ha guardado la familia nacionalista NERECAN y que los cedió al susodicho museo.
No hay efecto sin causa, eso es seguro. Ahora tampoco.

Comentario (En AMOR DE LA VERDAD) por Fray Eusebio de Lugo O.S.H. en 27.09.2011|21:04 Los bolcheviques también intentaron algo parecido en los primeros años de la Revolución rusa, fundaron una iglesia cismática a la que llamaron “Iglesia viva”¿Les suena? Ésta empezó una reforma litúrgica exactamente igual a la que llevamos padeciendo 60 años.Y aún queda una fuerte corriente heretizante en las Iglesias ortodoxas llamada renovacionismo.
Pro-masónica-anglicana-vaticana. Tal era una cierta corriente “diplomática” bien representada en la Nunciatura cuando en ella trabajaba el futuro card. Rampolla, que desde el S. XVI procuraba debilitar aquella España demasiado católica y tradicional para su gusto, y que procuró eliminar el carlismo imperante en Cataluña y Vascongadas trasmutándolo en nacionalismo antiespañol, primero, y antitradicional, después.
Como en el caso de Sabino Arana, pudieron contar con toda la experiencia y ayuda financiera de las logias anglicanas, muy interesadas en reproducir unas Iglesias nacionales vascas y catalanas, separadas a la vez de Roma y de España. Y como en el caso de Inglaterra, sabían que la reforma no calaría si no era a través de la liturgia. Así lo hizo el arzobispo Cranmer en el s. XVI, prohibiendo el rito católico, y sustituyéndolo por un nuevo rito protestantizado. Tuvieron pues ocasión de experimentar ese nuevo rito en unos momentos en que no podían vigilarlos ni las autoridades eclesiásticas romanas ni las españolas. De la subversión litúrgica se encargaron como siempre, benedictinos, en este caso los de Lazcano, que con el tiempo serían de inestimable ayuda como albergadores de etarras y de sus arsenales, no menos que elaboradores de su ideología. En Cataluña, los benedictinos de Montserrat, pioneros del Movimiento Litúrgico desviado, y grandes descarriadores de conventos de monjas, muchoantes del Concilio.
Bien se vió el pelo cuando Nuestra Señora se apareció en Ezkioga en 1931, avisando de que no mediando conversión, habría una guerra civil en España. En cuanto la Iglesia nacionalista se enteró de que la Virgen no venía sólo para “Euzkadi”, sino para toda España, hicieron todo lo posible para hacer desaparecer cualquier rastro de las apariciones.

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