lunes, 1 de agosto de 2011

REFLEXIÓN EUCARÍSTICA DEL PATER NOSTER, POR SAN PEDRO JULIÁN EYMARD (En latín y castellano)

Reflexión que devela la devoción eucarísitca de San Pedro Julián Eymard. La traducción al castellano está al final. (De las Obras Eucarísticas de San Pedro Julián Eymard).
  
LATÍN
“Amen, amen, dico vobis... quodcúmque petiéritis Patrem in nómine meo, hoc fáciam, ut glorificétur Pater in Fílio”. (Joánnes XIV, 13)
  
I. – Pater noster, qui es in Cœlis, cœlis Eucharísticis, tibi sedénti in throno amóris et grátiæ, benedíctio honor et glória et potéstas in sǽcula sæculórum! 
  
II. – Sanctificétur nomen tuum, in nobis humilitátis, obœdiéntiæ et charitátis tuæ spíritu et te in Eucharistía cognósci, adorári et amári ab ómnibus faciámus húmiles et devóti.
  
III. – Advéniat regnum tuum, eucharísticum. Regna solus in ætérnum super nos amóris tui império, virtútem tuárum, triúmpho, grátiæ vocatiónis Eucharísticæ dono (ad majórem tuam glórian).
  
Dona nobis gratiám et missiónem sanctæ tuæ dilectiónis, ut regnum tuum eucharísticum prædicáre, extendére, diffúndere, úbique valeámus poténtes, et sic desidérium tuum ímplere quando dicébas: “Ignem veni míttere in terram, et quid volo nisi ut accedántur?”. Útinam et nos hujus ignis cœléstis simus incendiárii!
  
IV. – Fiat volúntas tua sicut in Cœlo, et in terra. Te unum velle, te unum desideráre, te unum cogitáre gaudeámus; semper et in ómnibus abnegántes nos ut obœdiéntia tua bona, beneplácens et perfécta, in nobis sit lux et vita.

Et, quoad societátis nostræ statum et progréssum, volo quod vis; volo quia vis; volo quómodo vis; volo quámdiu vis; péreant cogitatiónes nostræ et desidéria, si ex te, ad te, in te pure non sunt!
   
V. – Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Dómine Jesu, qui manna in desérto, quotídie pópulis præbuísti, qui Levítis pars et hæréditas sola et tota esse voluísti, qui Apóstolis paupertátem tuam divínam legásti, te solum provisórem et procuratóren in ómnibus vólumus et elígimus; tu solus cibus et vestis, thesáurus et glória, medicína in malo et protéctio ab hóstibus. Nihil a favóre humáno, nihil ab amicítia mundi accípere nec étiam desideráre promittímus; tu eris nobis ómnia, et hómines, et ab homínibus, nihil, nisi crux et oblívio!
  
VI. – Et dimítte nobis débita nostra. Parce, Domine Jesu, peccátis juventútis mea; parce peccátis in vocatióne tam sancta peráctis, ut, corde puro et consciéntia bona digne ad sacrum altáre tuum accédere áudeam, sáncteque tibi servíre, te laudáre cum Ángelis et Sanctis mérear. Dimítte delícta in nos commíssa; ne vindíctam sumas de oppugnántibus, calumniántibus et persequéntibus nos; da eis bonum pro malo, grátiam pro delícto, amórem pro ódio.
   
VII. – Sicut et nos dimittímus debitóribus nostris; toto corde, in charitáte vera; tota mente, in simplicitáte infántium; tota voluntáte illis ómnia bona tua, sicut et nobis desiderántes et procurántes in amóre tuo.
  
VIII. – Et ne nos indúcas in tentatiónem. Longe fac a família tua eucharística vocatiónes subdolósas, falsas, impúras: nullus supérbus et ambitiósus, durus et iracúndus, hanc húmilem et páuperem famíliam únquam regat.
  
Ne tradas béstiis inmúndis et pervérsis ánimas confiténtes tibi.
  
Redde tuam societátem a scándalo inmúnem, a vítio vírginem, a servitúte mundána líberam, a sǽculo aliénam, ut tibi in sanctitáte et libertáte, in pace et quiéte servíre gáudeat.
 
IX. – Sed líbera nos a malo. Líbera nos a dǽmone supérbo, impúro et discordiárum seminatóre. Líbera nos ab hujus vitæ sollicitudínibus et cúria, ut, puro, cum corde et líbera mente, toto servítio eucharístico devóti nos et nostra gaudénter impendámus. 
  
Líbera nos a falsis frátribus, ne infantílem societátem tuam opprímant; a sapiéntibus hujus sǽculi, ne spíritum tuum in nobis vítient; a viris doctis et supérbis, ne in nos iracúndiam tuam et derelictiónem provócent; a viris affeminátis, ne virtútis ardórem et sanctæ disciplína vigórem emólliant; a viro dúplici ánimo et inconstánti, ne simplicitátem nostram pertúrbet.
  
X. – Amen. In te, Dómine Jesu, sperávi; non confúndar in aetérnum. Tu solus bonus, tu solus potens, tu solus aetérnus. Tibi soli honor et glória, amor et gratiárum áctio in sæculórum sǽcula.

TRADUCCIÓN
“En verdad, en verdad os digo... cuanto pidierais al Padre en mi nombre, yo lo haré a fin de que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14, 13)
  
I. Padre nuestro que estás en los cielos, en los cielos de la Eucaristía, a ti, que estás sentado sobre ese trono de gracia y de amor, bendición, honor, gloria y poder por los siglos de los siglos.
  
II. Santificado sea tu nombre... en nosotros por el espíritu de tu humildad, obediencia y caridad, y hagamos humildes y devotos que tú seas conocido, adorado y amado por todos en la Eucaristía.
  
III. Venga a nosotros tu reino... eucarístico. Reina tú solo para siempre sobre nosotros con el imperio de tu amor, por el triunfo de tus virtudes, por la gracia de la vocación eucarística, para tu mayor gloria.
  
Concédenos la gracia y la misión de tu santo amor, para que podamos predicar, extender y difundir por todas partes con la mayor eficacia tu reino eucarístico, y cumplir así tu vehemente deseo manifestado cuando decías: Ignem veni míttere in terram, et quid volo nisi ut accendátur? (Lc 12, 49). Fuego he venido a traer a la tierra y ¿qué he de querer sino que arda? ¡Ojalá seamos nosotros los incendiarios de este fuego celestial!
   
IV. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Quererte a ti solo, desearte sólo a ti, pensar solamente en ti sea siempre nuestra mayor alegría y regocijo, de tal manera que, abnegándonos en todo y siempre, el cumplimiento de tu voluntad buena, complaciente y perfecta sea nuestra luz y nuestra vida. Por lo que hace al estado y desarrollo de nuestra Sociedad quiero lo que tú quieras, porque tú lo quieres, del modo que lo quieras, todo el tiempo que quieras; perezcan nuestros pensamientos y deseos, si no proceden puramente de ti, no terminan en ti y en ti no descansan. 
  
V. El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Señor mío Jesucristo que alimentaste diariamente a tu pueblo con el maná del desierto; que quisiste ser la única herencia de los levitas; que legaste a los apóstoles tu divina pobreza, a ti sólo queremos y elegimos por nuestro único procurador y mayordomo. Tú sólo serás nuestra comida, nuestro vestido, nuestra riqueza, nuestra gloria, el remedio de nuestros males y la defensa de nuestros enemigos. Te prometemos no recibir ni desear nada del favor de los hombres ni de la amistad del mundo. Tú serás para nosotros todas las cosas; los hombres, nada, y nada queremos de ellos, como no sean la cruz y el olvido.
  
VI. Perdónanos nuestras deudas. Perdona, Jesús, los pecados de mi juventud, los cometidos en mi vocación tan santa, para que con buena conciencia y puro corazón pueda con dignidad acercarme a tu santo altar, servirte santamente y merecer alabarte con los ángeles y santos. Perdona los pecados cometidos contra nosotros; no castigues a los que nos combaten, calumnian y persiguen, sino devuélveles bien por mal, beneficios por las ofensas, amor por el odio.
  
VII. Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Sí, de todo corazón, con caridad verdadera, con toda el alma y con sencillez de niños, se lo perdonamos todo, deseándoles y procurándoles, con entera voluntad y por tu amor, todos tus dones, del mismo modo que los quisiéramos para nosotros.
 
VIII. Y no nos dejes caer en la tentación. Aleja de tu familia eucarística las vocaciones falsas, engañosas, impuras; no permitas que esta pobre y humilde familia caiga jamás en manos de un orgulloso, de un ambicioso ni de ningún hombre duro e iracundo.
  
No entregues a bestias inmundas y perversas las almas que te confiesan y esperan en Ti.
  
Preserva a tu familia eucarística de todo escándalo, consérvala virgen de todo vicio, libre de toda servidumbre mundana, extraña al siglo, a fin de que pueda cifrar toda su alegría en servirte santa y libremente, con paz y tranquilidad.
  
IX. Mas líbranos del mal. Líbranos del demonio impuro, orgulloso y sembrador de discordias. Líbranos de las preocupaciones y cuidados de esta vida, a fin de que, con corazón puro y espíritu desasido de todo, nos consagremos gozosos con todas nuestras cosas a tu servicio eucarístico. 
  
Líbranos de los falsos hermanos no sea que opriman esta pequeña Sociedad, todavía en mantillas; de los sabios del mundo, para que no corrompan en nosotros la sencillez de tu espíritu; de los sabios orgullosos, no sea que provoquen tu cólera y nos abandones; líbranos de los hombres afeminados, no sea que menoscaben el vigor de la santa disciplina y el ardor de la virtud, y, finalmente, de los hombres inconstantes y falsos, no sea que turben nuestra sencillez.
  
X. Amén. Espero en ti, ¡oh Jesús y Señor mío! Nunca jamás seré confundido. Tú sólo eres bueno, poderoso, eterno. A Ti solo, honor y gloria, amor y acción de gracias por los siglos de los siglos.

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