martes, 30 de noviembre de 2010

ORACIÓN DE DESAGRAVIO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

Oración de nuestra autoría, con el deseo de reparar por los sacrilegios que se cometen contra el Santísimo Sacramento (especialmente por culpa y con ocasión del Novus Ordo Missæ).
Señor Jesucristo, que por nuestra redención diste tu vida en la Cruz y nos dejaste en el Santísimo Sacramento un signo verdadero de tu presencia, yo te amo y quisiera haberte amado sobre todas las cosas; pero con mis pecados y las blasfemias y sacrilegios que algunos lanzan contra Ti en este Sacramento han aumentado más tus heridas, y me hice indigno de tu clemencia y merecedor por tanto de los castigos del infierno. Pero desde hoy quiero ofrecerme como hostia viviente de expiación por los ultrajes y sacrilegios que padeces en el Sagrario, para mitigar el dolor que ellos te causan.
   
Mas como soy indigno de tu Divina Majestad, acudo a la intercesión poderosa de tu santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María, que permanece como Adoratriz perpetua ante Ti, para que por medio de Ella mi humilde y sincera oblación sea hallada perfecta, espiritual y digna de Ti; y persevere en esta actitud hasta la muerte para que pueda un día honrarte con todos tus Ángeles y Santos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.
   
Te adoro y te bendigo, oh Señor Jesucristo, porque redimiste al mundo con tu Cruz.

jueves, 18 de noviembre de 2010

DE LA TIBIEZA ESPIRITUAL

¿Qué es la tibieza?

La tibieza es sentir apatía hacia lo espiritual

La tibieza consiste en un relajamiento espiritual: frena las energías de la voluntad y retarda pesadamente los movimientos del vivir cristiano. Se caracteriza por la aridez del espíritu frente a las cosas de Dios. Muchas veces, es una aridez consciente, como quien estando en un cuarto donde hace mucho frío y teniendo un fuego en la chimenea, la persona no se acerca a él. Siente el frío, pero no tiene el ánimo ni el coraje para acercarse al calentador.

Síntomas:


  • Desaliento o frialdad de la indiferencia: Se apodera de la voluntad en forma paulatina hasta hacerla caer en un estado de terrible indiferencia.
  • La relajación del espíritu: El jóven y el adulto vanidosos y hambrientos de notoriedad, se convierten, especialmente, en presas fáciles de este letargo o conformismo. 
  • El individuo se conforma con valores, actitudes y comportamientos lejanos del ideal cristiano. Entre las posibles clases de conformismo podemos distinguir el conformismo de las costumbres y el de las ideas. Pero los actos pecaminosos no son peores que la ociosidad. Si no incurrimos en hacer el mal, pero nos reclinamos cómodamente en nuestras sillas, y permanecemos inertes olvidando hacer el bien, caemos también en una forma de tibieza espiritual.
  • La necesidad de sastisfacciones inferiores: La persona siente un gran disgusto al hacer las cosas que anteriormente le llenaban de satisfacción: la oración, leer la Biblia, evangelizar, mostrar los frutos del espíritu etc. Empieza a claudicar y cambia sus valores por otros menos valiosos.
  • Cuando la persona consagrada no vive por convicción interna sino por miedo a defraudar la imagen proyectada por otros en ella; cuando se hacen las cosas solo por ganarse la estima de alguien, cuando el valor y la convicción personal son deficientes...la persona actúa por respeto humano, por el qué dirán, y eso es un cristianismo de apariencias. Un cristianismo que se trata de aparentar un día a la semana... pero no se vive con convicción el resto de la semana.Congregaciones enteras pueden estar en esta condición, como fue el caso de Laodicea en los días de Juan. Vida fácil, comodidad y placer eran cosas a las que aquellos cristianos estaban acostumbrados.

La Biblia nos dice: Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución. ¿Por qué entonces parece adormecida la persecución en nuestros días?. El único motivo es que la iglesia se ha conformado a las reglas del mundo y por lo tanto no despierta oposición." Si el cristianismo es aparentemente tan popular en el mundo, ello se debe tan sólo al espíritu de transigencia, a que las grandes verdades de la Palabra de Dios son miradas con indiferencia y a la poca piedad vital que hay en la iglesia. Revivan la fe y el poder de la iglesia primitiva y el espíritu de persecución revivirá también, y el fuego de persecución volverá a encenderse. 



  • El horror al sacrificio: En las vidas tibias, automáticamente queda fuera el espíritu de sacrificio. Todo cuanto implique sacrificio, renuncia, esfuerzo o lucha, queda descargado.
  • Otros síntomas:Fiebre de un temperamento iracundo / Inflamación de la lengua chismosa y calumniosa / Mal aliento del lenguaje profano / Palpitaciones de un corazón mundano / Falta de energía para trabajar por Cristo y por la verdad / Cabeza hinchada de orgullo / Laringitis que nos impide orar y compartir la fe con otros.Esta enfermedad se vuelve degenerante por que no nace de un día para otro. Todo comienza por detalles mínimos hasta llegarse a convertir en un hábito. Se vive con tranquilidad, y no se hace nada para salir de ella. La tibieza se convierte así en un proceso donde la conciencia se va apagando poco a poco hasta llegar al punto donde ya no reclama, donde todo lo justifica, donde ya sólo se ve la propia conveniencia.

Muchas de nuestras iglesias han dejado de ser hospitales para los enfermos espirituales y se han convertido en funeraria para los muertos espirituales. Muchas, así como dijera Jesús en Mateo 23 :27, están llenas "de huesos muertos y de toda inmundicia". Muchas otras son tan frías entre sus miembros como un congelador, abundando en ellas la crítica y la falta de misericordia. "Vibran iniquidad y vileza en Las iglesias; sin embargo, sus miembros profesan ser cristianos, la profesión que hacen, sus oraciones y sus exhortaciones, son abominación a la vista de Dios... el manto de la religión cubre los mayores crímenes e iniquidades. " 

"Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente te vomitaré de mi boca. Porque tu dices: Yo soy rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por lo tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la verguenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé pues celoso y arrepiéntete. He aqui yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oíga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 3: 15-22) 

En otras palabras, los cristianos invocan el nombre de Cristo, nombre que da vida; sin embargo, muchos de ellos yacen muertos o agonizantes . La iglesia de Sardis padecía de este mismo mal, encubría sus pecados. "Tienes nombre de que vives, y estás muerto". Apocalipsis 3:1.


No es necesario ser un asesino, un ladrón, un traficante de drogas, un adúltero o un criminal para ser transgresor de la ley de Dios. Podemos ofenderle, siguiendo como doctrinas mandamientos de hombres. El que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se hace culpable de todos. (Santiago 2:10)

Todos hemos sido infectados con el virus del pecado, y si no aplicamos el tratamiento, este virus nos llevará a la muerte eterna (Romanos 3:23; 6:23). Cuando descuidamos la fe, dejamos de comer el pan de vida, dejamos de creer en Jesús y de beber el agua de la vida; como resultado, enfermamos espiritualmente. No existe una cura inmediata para la enfermedad espiritual. Jesús es el único remedio. Él es el médico supremo.

La iglesia es un hospital que necesita de los remedios divinos. Cristo nos ama a cada uno de nosotros y anhela ayudarnos. También está dispuesto a visitarnos en nuestra propia casa. En Apocalipsis 3: 20 leemos que él está a la puerta y llama. ¿Le permitiremos entrar?


Dice Jesús, Divino Redentor: "Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo."

martes, 16 de noviembre de 2010

¡AH! SI YO HUBIERA ESTADO ALLÍ

Desde Agencia FARO


Cuentan que Clodoveo, tras conocer la pasión de Nuestro Señor, exclamó "¡Ah! ¡Si yo hubiera estado allí con mis francos!". Todos hemos tenido en nuestros años infantiles y mozos esta misma reacción, tan  ingenua como natural, ante la pasividad de quienes asisten a injusticias o crueldades flagrantes, sin mover un dedo ¿Quién de nosotros no ha pensado "¡ah! si yo hubiera estado allí" al oír hablar de la quema de conventos, del linchamiento de religiosos o de las profanaciones públicas de lugares sagrados?

Lo mismo nos pasa, en cierta medida, con las generaciones que han precedido a los grandes desastres de nuestra historia: ¿Cómo pudieron los habitantes de la España visigoda permitir la invasión musulmana, sin apenas resistencia? ¿Acaso no nos sublevamos también ante la inacción de quienes permitieron la Segunda República o consintieron con la "transición" hace tan pocos años? "¡Ah! Si yo hubiera estado allí".

Pues, no te quepa la menor duda: hoy estás allí. Allí donde puedes demostrar tu capacidad de entrega y sacrificio. Basta con mirar alrededor, hoy que en nuestra patria, los poderes liberales y socialistas destruyen cuanto queda de sanas costumbres, se aprestan a fragmentar nuestra patria y emplean todos sus medios para desarraigar los últimos restos de catolicismo. Basta con ver, en calles y barrios, cómo crece la marea islámica, dispuesta a dominar nuestra sociedad con su ley cruel y primitiva, haciendo valer hipócritamente los supuestos derechos humanos, que ellos mismos desprecian. Basta ver cómo a tantos eclesiásticos, que empiezan a sentir consternación por todo ello, en vez de animar a los católicos, no se les ocurre sino "ir al encuentro de la laicidad" y promover un "multiculturalismo no fundamentalista". Palabrería vana que sólo sirve para acrecentar la perplejidad de los fieles y regocijar a socialistas, separatistas e islamistas.

Frente a estos peligros inminentes --y no son los únicos-- sólo cabe volver a la doctrina sintetizada en el lema de Dios, Patria Fueros y Rey. Doctrina que reúne la sabiduría clásica de occidente con la Revelación Cristiana, y bajo cuya inspiración han podido los españoles mantener la fe, la unidad y la independencia de su patria, tanto contra las tendencias disgregadoras y totalitarias, como contra el siempre amenazador poder musulmán. Melchor Ferrer decía que las épocas de debilitación del carlismo siempre han coincidido con los mayores avances de la revolución y han precedido a los grandes desastres españoles en los últimos siglos. Y, presentados los ejemplos de la revolución de 1854, de 1868 y de la Segunda República, concluye: "mayor es el período de crisis del carlismo y mayor es el estrago revolucionario. Esto es lo que enseña la historia". Si es verdad lo que dice el egregio historiador, los males que nos acechan deben de ser gravísimos, porque el carlismo arrastra una larguísima crisis, que la Comunión Tradicionalista se ha propuesto superar. Para ello tiene el carlismo que fortalecerse y propagarse, pues las nuevas generaciones lo desconocen por completo. En vuestras manos está hacerlo, porque la falta de esfuerzo en los carlistas y la ausencia de medios son las causas de tanta limitación.


Volvamos a la ingenuidad juvenil que deseaba "estar allí"; depurémosla de todo afán de notoriedad y entreguemos esfuerzo, trabajo y bienes, conforme a nuestras posibilidades. Porque, sea cual fuere el resultado, no hallará el alma mejor bálsamo en las futuras tribulaciones que decir: "cuanto pude hice; a nada más se me podía obligar".

lunes, 15 de noviembre de 2010

MENSAJES SOBRE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Profecía de Nuestra Señora de La Salette (Francia, 1846)


«Melanie, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes..., por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes.

¡Ay de los habitantes de la Tierra...! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. ¡Los jefes, los conductores del Pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la serpiente antigua poner divisiones entre los soberanos, en las sociedades y en las familias. ...

La sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el soberano Pontífice Pio IX, no salga ya de Roma después del año de 1859; pero que sea firme y generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él. ... Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo del Señor de los Señores. ...

La sangre correrá por todas partes. Las Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán perseguidos. ... Muchos abandonarán la Fé, y el número de sacerdotes que se separarán de la verdaderea religión será grande; entre estas personas se encontrarán incluso Obispos. Que el Papa se ponga en guardia contra los obradores de milagros, pues llega el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires. ... Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno; abolirán la fe, aún entre las personas consagradas a Dios. ... Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y perderán a muchísimas almas. Los malos libros abundarán en la Tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios. Habrá Iglesias para servir a esos espíritus. ... ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y dominar con orgullo...!

El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. ...

El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor verán el triunfo de la Iglesia de Dios.

Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, ... a toda clase de vicios. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra.

Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano... habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio de Cristo no es ya conocido.

Los malvados desplegarán toda su malicia. Al primer golpe de su espada fulminante las montañas y la naturaleza temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los Cielos. París será quemado, y Marsella engullida. Varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho, sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el Pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorarán su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles que destruyan a todos sus enemigos.

Los perseguidores de la Iglesia de Cristo y los hombres dados al pecado perecerán de golpe, y la Tierra quedará como un desierto. Entonces será la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado. La caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios.» ...

«La Tierra será castigada con todo género de plagas. Habrá guerras, hasta la última que la harán los diez reyes del anticristo, los cuales tendrán todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán al mundo. Antes que eso suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados.

Pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, creerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo, Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad.

La naturaleza clama venganza contra los hombres, y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra encharcada de crímenes. Temblad Tierra, y vosotros que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismos, ¡temblad!, pues Dios va a entregaros a sus enemigos, porque los lugares santos están en la corrupción. Muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo.

Durante este tiempo nacerá el anticristo. ... Hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. ... Se cambiarán las estaciones... Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos. ...

ROMA perderá la Fé y se convertirá en la sede del anticristo. Los demonios del aire, con el anticristo, harán grandes prodigios en la Tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes. Todos los pueblos y todas las naciones conocerán la verdad. Hago una apremiante llamada a la Tierra, llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los Cielos, llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero salvador de los hombres.

Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi Divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu. Finalmente... Llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos; los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios. En el sufrimiento, y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la Tierra: Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros, con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. ..

Luchad hijos de la luz, vosotros pequeño número... pues ya está aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia se oscurecerá, el mundo quedará consternado.

Pero he ahí ENOC y ELÍAS, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo. ¡Ay de los habitantes de la Tierra...! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso... ...

Tempestades que destruirán ciudades, terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los muros, llamarán a la muerte. ... La sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos, Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero estará preso del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al verdadero Cristo, que vivía entre ellos.

Ha llegado el tiempo. El sol se oscurece, solo la fé vivirá. Aquí está el tiempo. El abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus súbditos, llamándose el salvador del mundo. Se elevará con orgullo por los aires para subir hasta el Cielo; será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá.

Y la Tierra, que llevará TRES DÍAS en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego. Será hundido para siempre, (el anticristo), con todos los suyos, en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado. Dios será servido y glorificado».